martes, 1 de marzo de 2016

En pocos segundos.

Al fin he podido parar, sentarme y pedir un café.  Tengo mil cosas que pensar. Quizá ninguna importante, tal vez todas. Me relajo, pienso, me encanta hacerlo. Entonces, sucede.


-¡Dios! ¡Qué es eso! ¡Corre!¡Escóndete!-me grita una voz interior alarmada- y eso hago, meterme debajo de la mesa como si allí fuese a estar segura.


Es mi voz, quien ha gritado en silencio soy yo, oigo... ¿gritos?, ¿son disparos?

¡Son disparos!

No puedo pensar con claridad, ya lo hace mi corazón por mí, habla, late, late tan fuerte que creo aquel hombre me va a oír.

-¡Dios! ese hombre lleva un arma.
 ¡Dios! ¡Qué hago!¡A dónde voy!? ¡Que no me vea!


Mis ojos miran con urgencia algún rincón donde estar más protegida.
Han pasado ¿cuánto? ¿diez segundos? Siento miedo; pero no me bloqueo, mis piernas están dispuestas a correr si hace falta, estoy alerta, con el corazón en la mano; pero... ¡a dónde!. Sigo buscando con la mirada.

Dicen que cuando te enfrentas a la muerte toda tu vida pasa por delante; pero yo sólo pienso en huir.

No sé lo que pasa y en este momento no me importa. Tengo que llegar a casa, voy a llegar a casa.  Pero…pero….

-¡No, no, no! Viene hacia aquí, ¡viene hacia aquí! ¡Dios mío! -(y puede que ni crea en Dios).

¡Quiero llorar; pero mi corazón no me deja, sólo me grita: ¡quieta!- a la vez que late más a prisa, más rápido y todos mis músculos han obedecido.

Ya está.
¿será mi hora?.

-No te muevas-me grita la vocecita-Quieta.

Mi corazón se ha detenido, mi mente se ha puesto en blanco y por tres segundos he cerrado los ojos y apretado la mandíbula junto con los puños esperando resignada el desenlace, quizá el ruido del disparo, o el dolor en alguna parte del cuerpo.

-¿Me disparará en la cabeza?

Y pasan los tres segundos y no siento dolor ni oigo el ruido del disparo; sólo he oído el chasquido de algo, de eso que no quise mirar, del arma.
Y ahora sólo escucho el barullo de las voces. No entiendo que pasa y con miedo abro los ojos y veo.

-¡Se está yendo! ¡Dios, se está yendo!.

Mis músculos se relajan rápidamente y mi mente conecta con la nueva realidad, mis piernas cobran fuerza y temblorosa y taquicárdica, agachada huyo del escenario donde hace unos segundos un hombre, ese hombre me apuntó con un arma. No puedo creerlo, no sé qué sentir. Emoción, alegría, esperanza, fe. Aún no soy capaz de procesar todo lo que he vivido en pocos segundos.

Mañana la policía dirá que fui la más afortunada y puede que más de uno piense en lo que se debe sentir. Pero una cosa será imaginarlo, otra muy distinta es vivirlo. Eso o que me despierte y descubra que ha sido solo sueño.

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Espero que a través de este blog, alguien pueda vivir unos instantes de introspección conmigo.

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Tampoco olvides: En cualquier situación siempre serás importante para alguien".



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