miércoles, 14 de septiembre de 2016

Un ejemplo. Si cometes un error y te humillan, busca ayuda para superarlo.

¿Alguna vez has cometido un error?
Mientras navegaba por youtube, me detuve en el titular: Monica Lewinsky: el precio de la vergüenza.
Me pareció interesante y lo miré. Y me hizo pensar mucho en como somos de crueles a veces los humanos. Recuerdo que cuando tenía 20 años aproximadamente besé a un chico que no era mi novio. Fue el momento, simplemente fue eso, y sólo fue un beso en los labios; pero las personas que se enteraron fueron crueles conmigo, me acusaron de muchas cosas, e incluso cuando mi novio no me reclamó nada, ni me pidió explicaciones, la gente se ensañó con sus comentarios. Fue un error, lo sé; pero pagué con creces la humillación por parte de algunas personas que no supieron ponerse en situación y que me juzgaron, qué se yo, quizá para sentirse mejores que yo.
En cualquier caso, mirar este vídeo me ayudó a mirar hacia atrás y a pensar en que si yo con esa nimia historia me sentí como me sentí, cuántas personas no sufrirán mil veces más los juicios que se emiten sin saber más que lo que se oye. Pensemos un poco y no juzguemos a nadie, porque muchas personas se han quitado la vida por no poder soportar más la humillación.
Piénsalo.

lunes, 12 de septiembre de 2016

¿Quieres cambiar? mira este video y sorpréndete.


La mente es compleja. 
Hace mucho tiempo me pregunté si era posible ser diferente. Había escuchado vez tras vez que "uno es como es" y no hay manera de ser diferente. Pero me negaba a creer eso. Me he esforzado por ser diferente mucho tiempo y créeme, algo en mí ahora es diferente respecto a hace unos años.
Yo no aprendí a abrazar. Cuando era pequeña no recuerdo que me abrazaran. No sólo con eso, sufrí violencia emocional y sexual por hombres desconocidos. A mis veinte años me repelía que alguien se acercara demasiado a mí, era normal tras mi aprendizaje: No se abraza, si alguien se te acerca demasiado es para violentarte. Sin embargo esa distancia que ponía entre las personas me hacían ser distante para los demás. Seguí cumpliendo años y seguí siendo igual. Hasta que un día escuché hablar de la inteligencia emocional y de cómo muchas de nuestras reacciones están relacionadas con interpretaciones en base a nuestras vivencias. A partir de entonces decidí intentarlo. Ahora soy una persona que abraza más y no se siente mal, soy una persona más cercana que no teme a los hombres. He aprendido a ser diferente; pero mi esencia sigue siendo la misma.
Mira este vídeo. Es muy curioso, va de moscas y de cómo esos seres que nos repelen tanto son capaces de aprender conductas diferentes en base a la experiencia. Si ellos pueden, seguro que tú también. A por ello!



miércoles, 7 de septiembre de 2016

Unos le llaman depresión y a veces sólo es tristeza.

Hace mucho tiempo conocí a alguien. Era una chica vivaz, muy alegre, siempre hacía bromas y se veía que tenía mucha fortaleza interior. Esa chica a la que llamaré Ana, un día dejó de sonreír por un problema que había tenido. Bueno, seguía sonriendo para los demás; pero dejo de sonreír para ella misma. Como antes había tenido depresión se asustó y fue a ver al psicólogo, porque no quería estar así. Se sentía tan mal que esperaba que el psicólogo le dijera que debería empezar a tomar medicación de nuevo. Sin embargo, no fue eso lo que pasó. El psicólogo, después de escuchar su historia y sus razones de desesperación, le dijo: "Ana, tú no tienes depresión, tú estás triste", es normal que lo estés, lo que te ha sucedido es doloroso. Así que deja de pensar que necesitas medicación, no niegues tu tristeza, forma parte de la vida, acepta que eres humana y tienes derecho a sentir. Ana flipó, pensó que el psicólogo la estaba echando de la consulta.
Cuando Ana salió de allí, salió pensativa, y mientras caminaba se preguntaba ¿sólo estoy triste? ¿esto es la tristeza? ¿es normal? Nunca se había planteado que la tristeza fuera algo normal, ¿cómo iba a ser normal?, estar triste es feo, malo...es triste...pero, era verdad que lo que le había pasado era algo para estar triste, y era verdad que era humana y tenía derecho a sentir. La verdad es que me sorprendió cuando me dijo: ¿Sabes? es verdad, sólo estoy triste, es horrible estar así; pero no sé de qué otra manera me corresponde estar tras lo sucedido. Creo que tengo que agradecerle a la psicóloga el que no me haya puesto un etiqueta en la frente de "depresiva" y que me haya llamado "humana".

A veces pasa que estamos tristes, por cualquier razón o situación. Forma parte de la vida, como entendío Ana. Normalmente cuando esto pasa buscamos equilibrarnos, estar bien, porque no es bonito estar tristes, buscamos algo que excite nuestros sentidos, o buscamos lo que nos sosiegue si llegamos a desesperar, simplemente buscamos eso que nos hace falta para vivir, para sonreír.
Hay días en que sin saberlo nuestra alma se siente fea, y no es culpa de nadie, no es cuestión de autoestima, es sólo que tanto trabajo, tanto estrés,  tanto de todo nos contamina. El diario vivir se lleva de a poquitos nuestras fuerzas, nuestras partes renovadas se agotan y cada cierto tiempo nuestra alma cansada, con una sonrisa tímida nos pide, un poco de "aire", un poco de "alegría de verdad".

Cuando eso te pase:
-Busca cosas bonitas, recuerda que tus emociones están para cuidarlas.
-Sal a caminar a algún sitio donde haya un poquito de naturaleza.
-También puedes hacer ejercicio, el que te guste, el ejercicio genera endorfinas y regula nuestros estados de tristeza, a ver, no cambia la situación; sin embargo empezamos a ver las cosas un poquito mejor.
-Descansa, la mente necesita relax también. No te ha pasado que cuando duermes poco estás más irascible a veces, pues lo mismo pasa con la tristeza, descansa y después de un buen descanso, las cosas se ven diferentes, se puede pensar mejor.
-Busca a una amiga/o, exprésate!. Las buenas compañías son mágicas cuando estamos tristes, siempre nos arrancarán una sonrisa, o al menos nos darán un abrazo y los abrazos también son terapéuticos.

Cuida tus emociones, son importantes, la salud emocional nos ayuda a encontrarnos mejor físicamente también.

Ánimo!

lunes, 5 de septiembre de 2016

Historia de una relación fallida

He tenido un día horrible en mi mente, no ha sido el día exactamente, sino yo, únicamente yo y mis emociones.
Hagamos algo productivo, yo te cuento como me siento y tú decides si es algo parecido a lo que te pasa o te ha pasado a tí. He descubierto que dejar que fluyan las emociones es algo positivo.

He sentido.
1.-RABIA.-Ganas de que desparezca de mi vida. Una relación requiere de dedicación y un poquito de renuncia y  yo te he dedicado mi tiempo, mis pensamientos, mis sueños, mi corazón, he renunciado a cositas a las que podía renunciar por ti y he esperado dos años, creyendo que todos los detalles que tenías conmigo, incluso ese “te quiero” que me llevas diciendo un par de meses iban a algún sitio. Y es que no sólo es rabia con él, también es rabia para conmigo, imbécil yo, ilusa y estúpida…aggghhh. Sí, así me he sentido a ratos hoy. Y digo a ratos porque no quería que me dominara la emoción, porque me conozco y sé que la lío pollito si dejo que me controle la ira. Además dicen que detrás de la ira siempre hay dolor, así que era  cuestión de tiempo que se me pasara la rabia para empezar a sentir lo otro. (En realidad es la segunda fase del duelo).

Una de nuestras aficiones, más suya que mia; pero común.
2.-TRISTEZA.-Mucha tristeza después de la rabia. Jo, han sido dos años de mi vida esperando claridad, y cuando finalmente es claro me dice que “se ha dado cuenta de que no puede renunciar a su libertad, a sus aficiones, a sus amigotes, a su familia”. Nunca le he pedido que renuncie a ninguna de esas cosas; pero “se ha dado cuenta de que si un fin de semana se queda en casa (que tampoco es quedarse sin hacer nada), pierde el tiempo, que como trabaja de lunes a viernes, los fines de semana “tiene que salir, hacer algo”. Ahí, cuando ha dicho eso, me ha dolido. Porque; aunque a mí me gustan dos de sus aficiones, una más que otra, soy capaz de quedarme en casa un fin de semana y tan pichi, es que en casa nunca se pierde el tiempo, todo es cuestión de buscar cosas que hacer. Esto me lo dijo hace un par de semanas en una salida al campo, mientras caminábamos tranquilos y hablando. Yo me había propuesto llevarme un buen recuerdo del día y del lugar, que era muy bonito, y lo hice, al menos no lo chafé, oye, que tiene mérito! (Aunque ahora que lo pienso estaría en fase de SHOCK o estupor-primera fase de duelo).  Así pues, hoy la tristeza me ha embargado, quizá porque tardo más en procesar estas cosas. Tristeza porque sí... Tú entiendes, jobar, duele! Y  aquí digo que es verdad eso de que las emociones son exageradas a veces, que por un instante pensé en que no tenía sentido vivir. Sí, lo suelto así, porque estoy hablando de emociones. Me imaginé desapareciendo pa siempre de este mundo, y sí, soy una exagerada; pero soy sincera, lo he sentido y para qué ocultarlo. (Esta fase es la tercera del duelo, es la fase de desesperanza, menuda mierda esto de las fases del duelo). He llorado tanto que he tenido que ponerme freno. Y aquí es donde me paro y te digo: ES POSIBLE.

A ver, duele, y duele mucho, es una pérdida importante para mí, supongo que lo entiendes si alguna vez has vivido algo similar, y él es increíble y tiene mucho que dar, una persona con muchas cualidades, inteligente, con quien puedo ser yo misma, y mucho  más. Y el problema es simple: NO QUIERE COMPROMISO. Por alguna razón suya, siente o cree que:
1)No es capaz de hacerme feliz; incluso queriéndome. Y eso que le he dicho que mi felicidad no depende de él.
2)Que en la vida la única forma de ser feliz es haciendo cosas los fines de semana. Esas ya son cosas personales, se lo tendrá que hacer ver digo yo.
3)Que hay cosas más importantes que una relación de pareja. Y, a-migo, allí yo no puedo hacer nada. Pero haberse dado cuenta antes.
En resumen QUE NO QUIERE/NO PUEDE. Y pues sí, me da pena que no haya querido/podido compartir todas esas cosas que me encantan de él más a largo plazo.

3.-POQUITA COSA y culpable.- A ratos me siento así. No es objetivo, claro que no. Me he tenido que repetir varias veces y alguna de ellas en voz alta:

-Eres luchadora, ha habido otros momentos tristes en tu vida y sabes de sobra que; aunque duele, todo pasa y tú eres fuerte.
-No es culpa de nadie, al  menos tú has dejado fluir lo que sientes. 
-No pasa nada por llorar, por sentir que estás rota, es parte del proceso de vivir, llorar no te resta fortaleza, llorar sólo te hace humana, algo que se te olvida cuando te culpas del resultado.
-Mañana verás las cosas de modo diferente. Te despertarás con los ojos hinchados y puede que aún triste; pero será mejor porque habrás descansado, recuerda que la falta de descanso también acrecienta las sensaciones negativas.
-Venga ya, deja de pensar en cómo se siente él, aquí, Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como. Es necesario que pienses en ti misma, él tendrá que vivir lo que le corresponde.
-Tienes planes en mente que ya están bosquejados, eso es bueno, ánimo!
-Mira, que sirva de algo, cuéntale a las personas cómo lo llevas, hablar o escribir es terapéutico.

4) NO SIENTO.- No sentir me asusta, sobretodo porque me quedo en blanco sin sentir na de na por nada, es una sensación fea. Me pasa a veces, y a ratitos muy pequeños, menos mal.
Ahora pienso.
Supongo que la siguiente fase, la de reorganización, que tiene también sus etapas, está a la puerta, tendrá que llegar. Porque es así. Esto es vivir. No todo puede ser perfecto, él siempre me decía, o bueno, no me decía; pero lo tenía escrito:
A VECES SE GANA Y A VECES SE APRENDE.
Y de pronto estoy recordando las cosas que hice con él, los viajes, los momentos bonitos, los encuentros, las conversaciones, su alegría, su mirada y me dan ganas de gritar que ¡es injusto!, y sí, lo es; pero merezco un hombre que QUIERA estar conmigo con todo lo que eso conlleva. Y tú también.


Buenas noches. Sé que pasará, y dentro de un tiempo recordaré las cosas de manera diferente. 

Historia de una mujer pequeña y mayor. (A la memoria de mi abuelita. DEP)


Joven, Vejez, Blanco, Negro

Todos envejecemos. Empezamos a envejecer el día que nacemos.


Cuando Maxi era niña no pensaba en qué pasaría cuando se hiciese mayor. 
Maxi vivió lo que le tocó vivir, porque así era la vida entonces, no te planteabas por qués, cómo, para qués, no te proyectabas; sólo vivías lo que te tocaba con resignación. 
No fue a la escuela, salvo un par de meses, según me contaba, apenas pudo aprender a contar y memorizó algunas letras en esas pocas clases. 

La vida vapuleó contra ella, sufrió mucho en el camino; pero ella no sabía que sufría, simplemente era lo que le había tocado y vivía. 
A sus seis años perdió a su madre, y tuvo que hacerse cargo de su hermano más pequeño al que aprendió, según la costumbre, a llevar en su espalda, además de trabajar en la casa como bien podía.
Recordaba a su hermana mayor, recordaba a su padre,  recordaba a su madrastra, la que como en los cuentos le hacía trabajar con las cosas de la casa y recordaba que tras fallecer su madre tuvo que dejar la escuela. . 
Recordaba historias que le contaron de pequeña, recordaba que  corría por el campo llamando a voces a su madre, después que murió. Me contaba que de pequeña la llamaban Ignacia, que ese era su nombre real; pero que no le gustaba, y que por eso ella se cambió el nombre cuando pudo hacerlo. 
Recordaba y lo que recordaba me lo contaba cuando me daba de comer. Su historia era parte de mi historia.

Hay un espacio vacío en la historia de su vida. Espacio que intentaba llenar cada que contaba historias de cuando era niña. Pero nunca lo llenaba. 

Yo la quería. A mi manera, como aprendí; pero la quería. 

Nunca me abrazó, nunca me dijo cosas bonitas;  pero me cuidaba a su manera también, y nos queríamos así, sin preguntas. En medio de sus historias, mi imaginación y sus recuerdos. 
Estaba conmigo todo el día, me reñía si hacía algo mal, y me predecía cosas malas si no sabía hacer tal o cual cosa, me enseñaba a temer aquello a lo que ella temía porque creía que así me protegía. Así era ella y así aprendí yo. 

Un día se hizo mayor. Se le notaba en la piel. Yo no sé cuándo fue, sólo sé que un día miré su rostro y descubrí pliegues que empezaron a contar los años que yo la conocía, que narraban noches de insomnio, días de cansancio. Se hizo mayor; aunque no era tan mayor. Y después de tanto luchar en la vida el miedo se hizo evidente. Empezó a acumular cosas, yo no sé si lo hacía para recordar y por miedo a olvidar, o por miedo a carecer de bienes y quedarse sin nada, tal vez, simplemente porque como decía ella, le encontraba utilidad a todo. Todas las cosas tenían un significado para ella. Temía quedarse sin nada, temía no poder ayudar, quizás. Su habitación albergaba toda clase de prendas de vestir que había ido guardando: la falda de su hija mayor, el vestido de su hija menor, los calcetines que le habíamos regalado la navidad anterior, retazos de tela, mantas, sábanas viejas, agujas, tornillos, etc. Todo lo que pudiera servir de algo en algún momento, ella lo guardaba. 

En medio de ese acúmulo de tesoros pasó el tiempo y un día recordó sus deseos de niña, quiso aprender a leer y escribir. Tardó más años de la cuenta; pero terminó orgullosa su primaria. Para entonces yo ya no vivía con ella.
Yo la observaba desde lejos, lo lejos que me permitía ella. Su vida no me decía nada especial. Era parte de la mía, y yo estaba acostumbrada a ella. 

Yo la quería a mi manera. En mi educación los logros eran parte de la vida, nada especial. Ahora sé lo que cuestan; pero en ese entonces yo era niña y no sabía nada de los esfuerzos voluntarios, de la constancia, persistencia, paciencia.

Aquella mujer pequeña de rostro serio, ceño fruncido, que caminaba bajo el sol a paso rápido llevando la cesta con la compra, que ayudaba a los demás sin preguntarse si de verdad necesitaban su ayuda cuando la pedían o cuando intuía que la necesitaban; aquella mujer que se levantaba temprano todas las mañanas para rogarle a Dios con lágrimas en los ojos que cuidara a su familia, aquella mujer generosa con todos se fue olvidando de la vida poco a poco y sin darse cuenta fue abandonándose ante sus miedos. 

Un día despertó sin recordar algo, otro día sin recordar otra cosa; pero a veces recordaba todo, y entonces temía ese día, luchaba ese día, luchaba con lo que sentía, luchaba por no sentir y a veces por no permitir que sus sentimientos afectaran a los demás, porque siempre fue luchadora y valiente. 

Siempre quiso tener su casa propia y cuando más necesitó su espacio la ignorancia emocional de otros le prohibió disfrutar de lo que tenía. Así es la vida cuando las familias se alimentan de miedos y cuando no se habla de las emociones. Así sucede cuando los bienes terrenales ocupan el lugar de las personas. Así sucede cuando hay orgullo y la asertividad brilla por su ausencia.

Maxi luchó hasta el último día por amar, por perdonar y buscar el perdón de Dios, Maxi se dejó cuidar, e incluso cuando el deterioro cognitivo se hizo más evidente, logró arrancarle una sonrisa a sus cuidadores, tuvo quien la amara y fue muy privilegiada por disponer del sacrificio de alguien especial hasta su último aliento.

Una noche un recuerdo que la atormentaba desde que sus hijos eran pequeños volvió. Esa noche su recuerdo le dijo: te perdono. Ella sintió paz y se despertó bien, tranquila. La noche siguiente después de beber su vaso de leche a la mitad de la madrugada Alguien le arrebató con bondad su último aliento.
No sufrió. Descansó. No pasó por un periodo largo de sufrimiento y le doy gracias a Dios por eso.

Cuando veo a otras personas mayores casi siempre me acuerdo de ella, de la mujer pequeña.
Y no puedo evitar preguntarme qué cosas habrán vivido ellos. Hay tanto que se esconde detrás de las miradas, de los gestos, de los rostros, cada línea de expresión cuenta una historia, cada sonrisa encierra una virtud, cada palabra en algún momento de arrebato encierra algún miedo no verbalizado.

Cada vida tiene una historia, un mundo creado, miles de vivencias, percepciones, sensaciones...
Todos tenemos personas mayores en nuestra vida. Unas habrán obrado mejor que otras; pero todas merecen un buen trato.

Me molestó ver el otro día a una chica sentada con una anciana en una esquina, la anciana miraba en todas las direcciones y la chica miraba al vacío. Al pasar saludé a la anciana con un "hola" y se le iluminó la cara y me respondió con otro "hola". Pensé en cuántas personas mayores están a la espera de un saludo, de una sonrisa, y los más jóvenes van por la vida creyendo que los mayores son un lastre para sus vidas, sin pensar que los años pasarán y un día la juventud se les irá, o sin proyectarse unos años, cuando sus padres también empezarán a necesitar cuidados más específicos.
Los mayores tienen mucho que aportarnos, son personas con una larga trayectoria, con vivencias, con experiencia, y con una gran capacidad para recibir en muchos casos.

La próxima vez que veas a una persona mayor, sonríele; puede que no te devuelva una sonrisa; pero convéncete de que es mejor dar que recibir.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Los sentimientos de una niña.

Irían juntas hasta el fin.
Ella no sabía que era el fin, pero había escuchado esa frase y sabía que al menos significaba para siempre y para siempre era que no se acababa nunca. No recuerda cuando empezaron a aparecer; pero un día la miró como lo hacía todos los días y descubrió en el rostro de la mujer pequeña algunas arrugas en su frente. No asociaba la muerte a la vejez, en su corta experiencia había visto morir a alguna persona mayor; pero como no la conocía no sabía lo que se sentía. Sin embargo ese día la miró y vio en su rostro algo nuevo aparte de las arrugas, cansancio, tristeza quizá, sensación de soledad. Algo en su interior se removió, sintió desasosiego por primera vez. Sentadas en el corral donde la mujer pequeña tenía sus plantas y criaba a sus pollos y pavos, aquella niña presintió que no estarían juntas para siempre. Unos golpes en la puerta la sacaron de su desasosiego. Eran sus primos que venían a pasar el día. Enseguida dejó de preocuparse y bajó para abrir la puerta. Los niños entraron dando saltitos y riéndose. Traían espadas y escudos. Ese día jugarían a He-man y luego a otros superhéroes hasta que ella, la mujer pequeña con las nuevas arrugas, les llamaría a comer.
Un pensamiento desplaza a otro, siempre es así. Los miedos, las tristezas, la sensación de soledad empiezan a diseminarse en cuanto otras sensaciones empiezan a ocupar la mente, o vamos a decir el corazón.
¿Cuántas veces nuestros niños interiores se llenan de sentimientos de incomprensión, de desasosiego, de miedos infundados? Cuando eso suceda recuerda que ya no eres un niño, ya no tienes la vulnerabilidad de entonces. Somos vulnerables, es cierto, hay que reconocer nuestros punto flacos. Claro que nos pueden hacer daño, personas y circunstancias, la posibilidad viene con el paquete que se llama vida; sin embargo cuando somos adultos tenemos la capacidad de hablar de ello, de gestionar las emociones de otra manera, porque los años enseñan, y si quieres aprender, puedes, estoy segura, vamos, convensidísima. De tí depende reconocer esas emociones incómodas, y decidir qué hacer con ellas. Ánimo! Vamos a vivir cada etapa de la mejor manera!


jueves, 18 de agosto de 2016

¿Por qué las mujeres actuamos así? Un reflexión personal.

Curiosamente hoy pensaba en los hombres y en lo difícil que a veces les resulta entender a las mujeres, pensaba en mí misma, en mi proceso desde que recuerdo sentirme como mujer, sí que soy complicada. A veces me identifico con  algunos hombres, sobre todo con aquellos que intentan de mil formas conectar con una mujer y no lo consiguen, sé que algunos lo pasan realmente mal.

Sé que a los ocho años ya me sentía mujercita, miraba a los chicos y quería gustarles. Pero es verdad que entonces me distraía fácilmente con otras cosas y no resultaban demasiado importantes. Los años pasaron, hasta los 14 años miraba a los chicos y quería gustarles, no me planteaba nada más. A esa edad; sin embargo empecé a querer algo más, quería que me miraran y que se acercaran a mí. De allí a hoy en día mi mente ha evolucionado terriblemente. Sé que como la mayoría de las mujeres  no resulto fácil de entender por los hombres. ¿Qué mujer es fácilmente comprendida por un hombre?. Dicen que a las mujeres hay que quererlas, no entenderlas. Pero os aseguro que intento que se me entienda todo lo posible.
He aceptado que no siempre podré conectar emocionalmente con los hombres, hace unos años era una búsqueda constante, quería que entendieran mi forma de sentir! Era un imprescindible. 
No comprendía cómo algunos podían ser tan insensibles, tan inhumanos, tan… ¿prácticos?. No lograba entender por qué los hombres no lloraban, si uno de ellos me decía que me quería y yo no sentía lo mismo, no entendía  cómo si me quería no se esforzaba más por demostrármelo y por conquistarme. Era una odisea entender a los hombres, y para ellos era una odisea entenderme a mí, seguro sigo siendo para algunos un bicho raro, jeje.
Suelo ser una persona bastante controlada, los enfados se me pasan a los dos minutos y no son muy frecuentes; pero sí los tengo a veces ¿quién no se enfada nunca?. Sin embargo una vez perdí el control y vi una parte de mí que no me gustó.
Aquel día me hice una promesa a mí misma, entendería por qué reaccioné de esa manera. Entendería por qué me ofendió tanto "un silencio" a punto de permitir que la rabia me dominara, me entendería más  a mí misma para que los demás pudieran entenderme un poquito más a mí. Ese día me prometí dejar a mi pareja de entonces porque me di cuenta de que no era saludable llegar a ese extremo. Si era capaz de reaccionar así era porque algo no iba bien, no tenía que ser él, no tenía que ser yo, quizá eran simplemente las diferencias, y la obsesión de que funcionara nos estaba haciendo obviar lo imprescindible, la felicidad en el día a día. A partir de ese día las cosas cambiaron para mí. 
Siempre hay un punto de partida y ese fue el mío.
¿Cuál es tu punto de partida para empezar de nuevo contigo mismo/a? Sé que hay hombres que no quieren lastimar y lo hacen, lo mismo pasa con la mujeres.

Con el tiempo he aprendido que cuando amamos a alguien, pasan cosas parecidas en casi todos los casos:

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1.-Esperamos más de esa persona de lo que esperamos del resto del mundo, eso nos coloca en una posición de fragilidad frente a la otra persona, porque esperar algo del otro implica una necesidad, y una necesidad no cubierta (cuando no nos da lo que esperamos) nos deja expuestos ante esa persona con una sensación de “me falta algo”. Esperamos más del otro porque de alguna manera interpretamos que puede dárnoslo. El problema es que a veces lo  que esperamos del otro está relacionado con nuestras carencias, o con lo que una amiga diría “taras” y a menos que seamos conscientes de eso, la relación peligra cuando se espera demasiado del otro.
2.-Cuando esperamos más de la otra persona que del resto del mundo, la colocamos automáticamente en una posición de responsabilidad respecto a nosotros, como si de esa personas dependiera parte de nuestro bienestar, o por qué no decirlo, de nuestra felicidad. Eso sólo significa que en mayor o en menor medida le estamos dando cierto poder a esa persona sobre nuestra vida. No digo que sea bueno o malo, sólo digo que es algo habitual de lo que no somos conscientes. Y a veces eso puede agobiar a la otra persona porque se siente "responsable" de nuestra felicidad. Darle cierto poder a alguien es bonito cuando esa persona también te da cierto poder a ti y ambos se hacen en parte responsables de contribuir a la felicidad del otro, es decir cuando existe reciprocidad y voluntad por construir la relación.
3.-Existen una serie de interpretaciones que hacemos de las respuestas que recibimos; pero esas interpretaciones están contaminadas con nuestra ideas preconcebidas de lo que significa y debe ser una relación. Esto pasa de diferentes maneras en la mente de un hombre y de una mujer. Las mujeres por regla general pasamos de un pensamiento a otro, tenemos la capacidad de entrelazar nuestras redes neuronales de manera que una palabra, una frase  nos puede recordar alguna cosa que hemos vivido en el pasado y activar la emoción correspondiente a ese recuerdo y reaccionar ante una frase con una emoción del pasado. Esto es bastante interesante, la mente es interesante. Analiza cada enfado que has tenido con tu pareja la última semana e intenta mirarte desde fuera e intenta analizar si era para tanto. Puede que si eres sincera contigo misma descubras que en realidad a veces exageramos las cosas. No digo que debas hacerlo distinto, sólo digo que te mires y te conozcas, y sepas por qué te enfadas, en el fondo todas son interpretaciones relacionadas con cosas que aprendimos en algún momento de nuestra vida. Ser conscientes de esas cosas a veces suavizan nuestras reacciones de manera natural.
4.-Por otro lado: Las mujeres por regla general necesitamos que a diario se llene nuestro “banco emocional”; yo digo que esto viene de fábrica porque en mayor o en menor medida, todas, absolutamente todas las mujeres necesitamos que nos demuestren que somos queridas, todas necesitamos sentirnos deseadas, todas necesitamos sentirnos importantes para nuestras parejas, todas somos vulnerables cuando amamos a alguien. Y lo del “banco emocional” no es otra cosa que recibir muestras a lo largo del día de que somos amadas, de que  somos deseadas y de que somos importantes para ellos. Los hombres no entienden lo del banco emocional porque ellos son más prácticos. En ellos las áreas emocionales se activan de diferente manera y en diferentes momentos. Así que lo importante aquí es que ellos sepan lo que nosotras necesitamos, pero primero nosotras debemos ser conscientes de nuestras necesidades, porque si no nos conocemos a nosotras mismas; cómo hemos de pretender que otra persona nos entienda.

En fin, puede que no sea del todo fácil llegar a entendernos en todos los casos; pero por alguna razón todos somos complementarios y cuando hay amor entre dos personas lo bonito y apropiado es que ambas partes hagan todo lo posible por comunicarse y mostrarse al otro en su esencia, además de mostrar la intención y voluntad de aportar cosas positivas a la relación.
Si nos conocemos a nosotros mismos aportaremos mejores cosas porque sabremos qué cosas tenemos y de qué carecemos. Por eso, desde aquí te animo a mirar dentro de tí, a conocerte más que ayer, a descubrir esas cosas maravillosas de las que no eras consciente que tenías, te animo a amarte, a mirarte en el espejo y mirarte tal como eres, y sobretodo te animo a compartir lo que tienes, lo que eres, y a proponerte como alguien dijo a"ser tu mejor versión", hay hombres y mujeres maravillosos por ahí creyendo que no lo son. Abre los ojos, igual una de esas maravillas eres tú.


Un saludo y muchas bendiciones!

martes, 9 de agosto de 2016

Piensa en grande y tus hechos crecerán (una meditación sobre cómo proyectarnos).

"Dale a tu cuerpo lo que te pide", "no pienses mucho", "una vez al año no hace daño", "fiesta loca", "hazle caso a tus sentidos", "que ¿no sales porque estudias?, y cuándo vas a vivir?", "vive el momento", "no te preocupes por el futuro"...y así,  muchas más frases atentan directamente contra nuestra integridad proyectiva. Le he llamado así a la capacidad que tenemos de proyectarnos en el tiempo.
Darle a mi cuerpo lo que me pide, fiesta loca, no pensar mucho...
Imagíntae esto:
Me acuesto con un tío con el que no tenía que haberlo hecho, o me quejo cuando digo que me lo he pasado de "puta madre"; pero luego no recuerdo ni el nombre del tío, tía con quien me he acostado,ni la mitad de lo que pasó en la fiesta, y mucho menos lo que pasó después de la cuarta copa. O mira, más difícil aún, imagina que un día no te llega la regla y descubres que
te has quedado embarazada y ha sido por no usar condón, porque, claro, tenías que darle a tu cuerpo lo que te pedía. Si te aprendiste de memoria esas ideas es hora de que vayas equilibrando el concepto de la vida...

Bueno, esto es lo que pasa. Tu tendencia natural se rige por la ley del mínimo esfuerzo, vale? En realidad somos muy cómodos, y está bien si eres capaz de conseguir grandes y buenos resultados con un mínimo de esfuerzo. Pero la experiencia dice que eso no es así la mayor parte del tiempo. Para conseguir grandes logros, hay que:
-Tener grandes ideas, pensar en lo que se quiere.
-Trabajar por lo que se quiere.
-Ser constantes y tener paciencia para conseguir los propósitos.
-Sentir ilusión por algo.
Esto como mínimo.
Te has preguntado si a día de hoy estás en el lugar en el querías estar hace cinco años. Y ¿dónde quieres estar estar dentro de cinco años? Yo me lo pregunto cada cierto tiempo. La vida sin objetivos se pasa muy rápido. No está reñido el vivir con el disfrutar.

Te animo a proyectarte en el tiempo y a disfrutar del proceso mientras consigues tus objetivos. La vida es bonita,  pesar de todas las cosas tristes que suceden a nuestro alrededor, aún con todo eso, hay razones para sonreír.

Así que si tu gran idea es: Mejorar tu carácter, independizarte, estudiar eso que tanto te gusta, conseguir/ ahorrar dinero para comprarte un coche, una casa, ser el mejor o la mejor atleta, etc, etc, cualqueira que sea tu gran idea, consérvarla, trabaja con constancia y paciencia,  es indispensable ser disciplinado, incluso para hacer lo que más te apasiona. Si te cuentan lo contrario,  alguien te engaña.

Tú decides quién quieres ser y dónde te quieres ver dentro de algunos años.

lunes, 8 de agosto de 2016

Si quieres o necesitas un cambio...

Es más fácil decirlo que hacerlo. Pero no es imposible.
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Llevo pensando en esto bastante tiempo y he llegado a la siguiente conclusión, que para variar, es lo más lógico del mundo: Nadie va a hacer por mí lo que yo puedo, quiero y debo hacer por mí.
Por eso, intenté resumir los puntos claves desde mi perspectiva, aquellos que me están sirviendo a mi. Tú revísalos,  siéntate con un bolígrafo y papel; e intenta resumir los tuyos. Por si te ayuda, ahí te dejo los pasitos que poquito a poco estoy siguiendo yo.
PARA GENERAR UN CAMBIO....
1.-Estar convencido de que un cambio es necesario. Si no lo estás, cualquier cosa que decidas no tendrá peso y abandonarás la idea en cuánto haya una excusa. Esto es un: "Necesito un cambio""Quiero un cambio", quiero un cambio!!!. (Si es posible ponle a la expresión un monigote gritando, de esos del WhatsApp).
2.-Medita en las razones de necesidad de cambio y decide que vas a cambiar eso que quieres cambiar. Esto es: "voy a cambiar " x" en mi vida". (Aquí tienes que estar más que convencido de que es "x", efectivamente, lo que quieres cambiar).
3.-Genera tus propias oportunidades.
No esperes que la vida te de la oportunidad,  no siempre será así. Y generar oportunidades no sólo es hacer cosas. También es proyectarse con la mente. Hacer un ejercicio. La oportunidad la generas tú primero en tu mente, luego al ver las cosas de diversas formas, el miedo; aunque no desaparezca, se irá sosegando.
4.-Sueña. Comienza a pensar en qué cosas que no estás haciendo ahora, podrías hacer. Alimenta tus ideas de cambio con las ventajas que vivirás. Cuanto más pienses en tus sueños, más querrás que llegue el día del cambio.
5.-Empieza a planificar. Esto es lo más complicado si no estás acostumbrado a planificar las cosas, pero es necesario. Es el paso que más tiempo te llevará, porque conlleva un cambiko en tus hábitos. No todo es decidir cambiar y soñar. Planifica cuando empezarás el cambio. Dependiendo de lo que sea, necesitarás preparar el terreno. Mira diferentes aspectos: Económico, emocional. Prevé situaciones que se puedan presentar, dale las vueltas que necesites darles.
6.- Anota las ideas que vengan a tu mente. Ten a mano siempre un cuadernillo dedicado para ese tema o el móvil.
7.-Busca aliados. Saber que hay alguien que apoya tu idea te dará una sensación de tranquilidad frente al miedo que genera la incertidumbre. Ver caras sonrientes por tu valentía, siempre es positivo. Insisto, aliados.
8.-Mantente firme. Recibirás todo tipo de comentarios respecto a tu decisión; las personas que te aprecian no siempre pensarán como tú, ni te entenderán. Procura que sus comentarios no afecten tu decisión. Para eso ya has pasado por el punto 5.
Busca personas que hayan cambiado cosas en sus vidas e inspírate en ellas. A mí me ayuda mucho ver películas tipo "En busca de la felicidad", " El guerrero pacífico" y otras que me inspiren o me devuelvan la inspiración en los días en los que veo todo un poco más gris.
9.-Revisa tus ideas periódicamente y continúa dándole forma hasta que llegue el día en que empezarás el cambio.
11.-Ten en cuenta que el cambio no se dará de la noche a la mañana. Proyéctate con paciencia. Algunos cambios que se quieren tardan mucho hasta adquirir forma.
10.-Cuando falten pocos días para empezar el cambio, celebra tu decisión y vuelve a revisar todos tus apuntes, dale las últimas pinceladas.
11.-El día planificado ha llegado. Empieza tu nueva vida, y a por todas!

Nuevamente insisto en que es más fácil escribirlo que hacerlo. Pero, por favor! Todos tenemos capacidad para hacer lo que queremos.
A veces la vida nos lastra con nuestros miedos; pero aún así, VALIENTE NO ES AQUEL QUE NO TIENE MIEDO, SINO AQUEL QUE AÚN CON MIEDO BUSCA SU CAMINO HASTA ENCONTRARLO.
Si sientes que necesitas un cambio, búscalo.

Gracias por leerme.


jueves, 14 de julio de 2016

Vértigo. (Hay hombres con mucho miedo a amar).

Miro como  ambos cuerpos se fusionan entre sí. 
Mujer, Desnudo, Acto, En Blanco Y Negro, Uno, Sexo
Él la mira con deseo, con curiosidad, con pasión y frenéticamente, como si la vida se le fuera en ello, la hace suya. Ella recibe ávida lo que él le ofrece.
Ese momento, nada más, no puede darle más. Lo ha intentado, lo intenta, quiso quererla; pero no pudo, no puede. NO PUEDO. Soy yo. Soy quien mira; y soy él. Sé que siente algo; pero no sé qué es. Sólo sé que no está enamorado de ella y lo sé porque soy yo. La quiero, veo como se entrega y sé que me quiere, no sólo porque me lo ha dicho, sino porque me mira con amor, cariño, esperanza y porque está dispuesta a conservarme un tiempo más. No quiero perderla. La sola idea de alejarla de mi vida me aterra, porque ella me da algo que otras mujeres no me han dado. La oportunidad de sentirme querido. Tiene una mente profunda, es tierna, afectuosa con él, osea, conmigo.  La deseo desnuda, deseo sentirla; deseo poseerla, que sea mía. La miro con curiosidad porque no entiendo por qué me quiere; pero lo acepto, y me gusta que me quiera. Está dispuesta a darme algo más que su cuerpo, quiere compartir sus momentos conmigo. Sin embargo yo no puedo, y no sé por qué me siento incapaz.
No deseo perderla, la idea de verla con otro me entristece; la idea de que me reemplace me causa desazón; no obstante entiendo que deba hacerlo porque yo no soy capaz de amarla. Le he dicho que es muy pronto para amarla, para ofrecerle algo más. Yo no voy a su ritmo. Ella acepta esa realidad y al principio me apetecía disfrutar de su compañía en la cama, en la encimera de la cocina, en el coche en un sitio a oscuras; pero ahora los veo juntos, han llegado juntos al orgasmo, el placer los devora; y me da rabia no poder quererla como se merece. Es buena persona, me quiere, me aporta muchas cosas, como mis amigos me aportan otras; sin embargo no somos amigos del todo, no he querido conocerla más, no he querido implicarme a su lado. Le ofrecí cosas que no pude darle, momentos con mis amigos, la invité más de una vez a algún sitio para luego echarme hacia atrás. No sé qué me pasa con ella. En un año de conocerla, exceptuando la última semana que vivimos juntos, nunca la invité a quedar por mi cuenta. No tengo excusas. No sé por qué fui, por qué soy tan egoísta con ella. Quizá porque era agradable saber que ella pensaba y piensa en mí sin pensar yo en ella o quizá porque me daba miedo pensar más en ella y huía de las posibilidades ¿será miedo?.
La acabo de abrazar, siempre lo hago, su cuerpo me invita a abrazarla, a besar su rostro, le he dado un beso en la frente, me genera ternura tenerla tan cerca, la miro con curiosidad, ella se da cuenta, lee en mis ojos y me lo dice, es guapa, se lo digo, y es lista; soy predecible para ella; pero ella no lo es para mí. La quiero con locura; lo veo en sus ojos, en los ojos de ese sujeto que reconozco por momentos. Pero también veo miedo en su mirada; pero no identifico miedo a qué. Soy yo. Tengo miedo, miedo de equivocarme otra vez, miedo de hacerle daño y sé que con mi miedo le hago más daño aún. No quiero usarla; pero la uso, qué cruel suena tan sólo pensarlo. Quiero tenerla como mi amiga; pero también quiero tenerla como mi amante. Lo que no quiero es que se enamore de mí, porque yo no puedo enamorarme de ella. No sé por qué no puedo, tiene muchas cosas que me gustan físicamente, emocionalmente. Es fuerte, luchadora, generosa, inteligente, graciosa, y me dice bien las cosas, salvo cuando está dolida; entonces  me encierra en sus preguntas y dudas respecto a mí y detesto esos momentos y llora, me duele verla llorar; y aunque sé que tiene sus razones yo no las comparto.  Ese hombre que la acaba de poseer es sensible; pero aparca sus emociones para poder vivir. Ese hombre ha sobrevivido a muchos momentos de desasosiego y ha aprendido que las emociones debilitan, la razón fortalece. Ese hombre y yo somos la misma persona. Hace mucho aprendí a observar desde fuera lo que hace para no compartir lo que siente. No sé cuándo fue, sólo sé que no estoy enamorado y creo que no lo estaré; pero la quiero, sé que la quiero.

jueves, 23 de junio de 2016

He perdido la ilusión.

Me encuentro en medio de una disyuntiva, sin saber qué hacer, ni que decisión tomar.
Todo se arremolina en mi mente, las dudas, los miedos, la incertidumbre. ¿Te ha pasado eso alguna vez? Buf! Yo lo paso fatal.
¿Que qué pasa? Pues que he tenido que alejar personas de mi vida sólo por no hacerles más daño ni permitir que me lo hagan a mí, llevo mucho tiempo tranquila y de pronto bum! situación nueva. Cuestión de amores.
A veces envidio la facilidad que tienen algunos para no pensar.
No pienses tanto, me dicen; pero es inevitable, y aquello que me molesta de otros es lo que me molesta de mí misma. Sí, yo también necesito reafirmación a veces, y firmeza de propósito otras.
Me enamoré una, dos, tres, muchas veces, y siempre fue mal, alguna vez por mi inexperiencia y alguna otra vez por nuestra inmadurez, alguna vez no fui yo.
Me paso toda la vida deseando gustarle a alguien, desesando que alguien me admire, que alguien me quiera y al final uno termina acostumbrándose a la idea de que no será posible, y ahora que lo pienso mi historia está llena sólo de deseos.
Y resulta que hoy  tengo la oportunidad de volver a querer, de empezar de nuevo, hoy alguien me admira, alguien me quiere y vuelve realidad mi deseo constante desde hace años! y hoy, hoy que veo esa realidad me doy cuenta de que he perdido la ilusión.
De pronto descubro que puedo estar sola, que no es él, soy yo.
Nunca fue nadie más que yo.
La felicidad siempre dependió de mí, y yo no sabía verlo. Y parece que fui aprendiendo poco a poco y de pronto no me hace falta desear que alguien me quiera para sentirme bien.
Me dicen que cuando uno está bien solo es cuando más preparado está para estar acompañado. Pero tengo dudas. Así que creo que la respuesta está tras unas cuántas preguntas:

¿Es posible volver a sentir ilusión por estar con él?
¿Es un hombre con el que podría construir un futuro?
¿Es tolerante conmigo?¿sabe comunicarse? ¿su filosofía de vida es parecida a la mía?
¿Estoy dispuesta a aceptar las cosas que no me gustan de él y a aprender a convivir con ellas? ¿Hay cosas de él que compensan lo que no me gusta?
Sé que hay personas que prefieren "no complicarse". Vivir el momento y que sea lo que tenga que ser. Es respetable.  Yo sin embargo prefiero invertir dos meses pensando en los pros y los contra, sin dejar de disfrutar el día a día; que invertir dos o tres años de mi vida y que al final el asunto no funcione. Aquí, cada uno elige lo que prefiere.
Lo importante es saber decidir con la cabeza y el corazón dispuestos. :)
No todos funcionamos igual. A veces creemos que estar enamorados es lo primordial para construir una relación ; pero la experiencia dice que no es indispensable. Si fuera así la terapia de pareja no serviría nunca. Yo digo que es posible reconstruir una relación que tiene una buena base. Pero hay que saber cuáles son esas bases.

El otro día hablando con una amiga, se daba cuenta de que nunca habían hablado con su pareja de si querían tener niños. Resulta que es una de las razones por las que se puede romper una relación,el que uno quiera tenerlos y el otro no. Y ejemplos así, muchos.

Que Dios nos de sabiduría para tomar las mejores decisiones.  Un saludo.

martes, 31 de mayo de 2016

Cómo vivir las pérdidas.

Cuando ella falleció su mundo se desmoronó. No esperaba sentirse culpable por no haber cumplido los deseos de aquella mujer tan generosa.
Pasaron los años y aún recuerda la sensación de tenerla en su vida y entonces la echa de menos.
-Hola, buenas.- dijo mientras entraba a la cocina con un nudo en la garganta.
-Hola!
Se oyó un barullo bajito, "ha venido", "mira ahí está la nieta". Ella siguió de largo. Esperaba encontrar a la familia destrozada, triste por la pérdida. Sin embargo, los halló en la cocina sentados, tomando algo, y sonrientes. No lo entendió. Parecía que estuvieran en otro momento o en otro lugar.
-Hola!.- dijo la mujer de su tío.-Siéntate!
Ella no quiso sentarse, quería llorar, y aquellas personas con esa actitud que ella interpretó como frívola, le quitaron las ganas de llorar. Se sintió malhumorada porque le pareció injusto. Habían vivido en su casa, la casa de la mujer pequeña, durante casi quince años, y prácticamente no la habían sabido cuidar, no habían tenido la delicadeza de llorar por ella. Esto la sacaba de quicio. En su último año tuvo que irse a otro sitio a vivir para sentirse mejor. Sus miedos de quedarse sola sin nada, gracias a ellos, habían regresado. Y le repateaba haber llegado y ver que los vecinos lloraban más que su misma familia.
Pasaron años, muchos años lejos de ellos hasta que pudo entender que cada persona manifiesta su dolor de un modo muy distinto. Comprendió que ellos sentían vergüenza de llorar, y entendió que intentaban ser coherentes con aquello en lo que creían, "la volverían a ver", "ella estaba dormida".
Cuando alguien que uno quiere se va no sólo se experimenta el dolor de la pérdida,  a veces surgen cosas como estas, en la que el respeto tiene que ir por delante.
El dolor tiene otras caras, y esas caras son el resentimiento, la rabia, la frustración, la ira.
Si has perdido a alguien, sabes qué se siente. Y aún así el sentimiento es diferente al de los demás.
Necesitamos mayor empatía, el doble de racionalidad, para que mientras expresemos nuestro dolor, no nos carguemos a nadie por el camino.
El corazón sana cuando le damos tiempo y cuando hablamos suavecito con él...
¡Ánimo con la vida!

jueves, 19 de mayo de 2016

Herramientas en tu mente...

El viento fresco me da en la cara, miro al infinito; aunque sólo esté en mi mente. Me proyecto en el tiempo y me veo bien. Hace poco más de dos años, no era capaz de proyectarme en el tiempo, casi siempre retrocedía al pasado para buscar respuestas a diferentes por qués. Sencillamente no estaba muy contenta conmigo misma. La verdad es que no me gustaba cómo era, y no podía gustarme porque mis estados anímicos fluctuaban demasiado, arriba y abajo. Me enfadaba con facilidad con las personas a las que quería, y luego me enfadaba conmigo misma por enfadarme con ellas, porque quedaba como una impulsiva, poco controlada y eso no me parecía correcto. Siempre he admirado a las personas que saben manejar las situaciones; pero yo no era así.
Había tanto que saber de mí misma. A mí no me servía eso de plantearme ser diferente así por las buenas. Necesitaba descubrir qué me había pasado. Y así, en el camino de viaje al pasado descubrí que había recibido demasiados mensajes negativos, que me había sentido abandonada, sola, rechazada más de una vez, descubrí que mis emociones estaban enfermas porque las personas adultas que debían cuidarme, no supieron hacerlo mejor. Y en ese duro descubrimiento, que a simple vista parecerá una tontería para algunos, me di cuenta de que habían cosas que no le había perdonado a mi madre. No le había perdonado que quisiera quedarse con un hombre que no me quería, no le había perdonado que cuando habían discusiones con ese hombre, ella nunca se defendiera, no le había perdonado que cuando ese hombre me pegó ella nunca me creyera, no le había perdonado que cuando más dolida me encontrara por el trato de ese señor, ella simplemente pensara en lo material, quizá no le había perdonado que me dejara al cuidado de mi abuelita; pero por encima de eso, no le había perdonado que no llorara cuando ella falleció. Cuando murió mi abuelita la que más lo sintió fui yo, fue la que más lo lamentó, o al menos creo que fue así. Es verdad que cada uno manifiesta de diferentes maneras su tristeza; pero no vi derramar ni una lágrima por su parte. Ahora sé que estaba bloqueada, y ahora sé que lloró después y también sé que en el fondo ella tampoco le había perdonado algunas cosas a su madre. No es fácil descubrir que no has perdonado, cuando creías haberlo hecho; pero sin duda alguna, llegar a esa conclusión te da una nueva razón para seguir creciendo. 
-Mami.
-Que!.
-Tú eres la más bonita de todas las mamis.
Quiero quedarme con esa sensación de orgullo, y recordar las cosas buenas que hubieron entre las dos, los buenos momentos, las risas, los cotilleos y las miradas de complicidad, las tarjetas y cartas que nos escribíamos a veces diciendo lo que sentíamos porque no sabíamos de qué otro modo hacerlo, o con aquella sensación de compañía cuando subíamos caminando la cuesta a casa y yo me abrazaba a su pierna cuando me cansaba. Quiero quedarme con las cosas buenas, porque siempre habrán cosas buenas por recordar, y siempre habrán razones para sonreír y reír recordando.
¿Y tú? ¿Cómo van tu vida y tus emociones? ¿Hay algo que debas perdonarle a alguien que amas? ¿Has descubierto por qué eres cómo eres y estás contento/a? o ¿hay algo en tu vida que quieras cambiar y no sabes cómo hacerlo? ...en cualquier caso, desde mi limitada experiencia, puedo decirte que tu vida puede cambiar, las herramientas para hacerlo están en tu mente! Te animo a que te propongas ser feliz y a que te proyectes en el tiempo y visualices todas las cosas que van a cambiar cuando cambies de actitud!. ¡ÁNIMO!


viernes, 6 de mayo de 2016

Cuando se está acabando una relación...

Miro tus ojos y entro en tu mente.
Entro en su mente y sé que me quiere. Es por cómo me mira.
Me miras dulce, tierno, apacible, con una rogativa que encierra duda; pero que a su vez rezuma cariño y aprecio.
He aprendido a quererlo, a aceptar sus miedos imaginarios y su temor a intentarlo. He aprendido a mirarte sin desear nada más que ese momento. Me enseñaron tus palabras.
Cada cierto tiempo, cuando pensaba con el corazón le preguntaba por qué no podía estar conmigo de manera formal, y sus respuestas eran evasivas, simplemente no podía dar ese paso.
Aprendí a escuchar tus palabras y a sacar la media aritmética de esas palabras más tus actos. Decidí que contigo no pensar con el corazón era lo más adecuado, y aprendí a callar, a hablar con mi corazón razonablemente para que no llorara vez tras vez.
Cambié de actitud con él, y desaprendí muchas cosas para aprender otras tantas.
Le quise. Lo quiero. No hay mejor forma de amar que la de desearle el bien.
Ahora me dices que cambias de idea y quieres intentarlo. Y yo sólo pienso en que me desacostumbré a pensar en que esto podía ser posible. Y ya no sé si yo quiero; aunque sabes que te quiero.
Tú me enseñaste a pensar con la cabeza, me enseñaste a ver la vida de otro modo.
Con él aprendí que la vida vista con la razón tiene un matiz especial y es muy bonita por eso. La gente me dice que me deje llevar, que le de al cuerpo lo que me pide, y en mi experiencia y en la de muchos, hacerle caso a las emociones sólo trae problemas. Y la vida no deja de ser maravillosa cuando se piensa con la cabeza.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Miedos imaginarios

Comenzamos a pedalear y las sensaciones son buenas, me gusta montar en bici y vencer mis propias limitaciones físicas. Pero hoy me frustaré y no sabré por qué.
Hace calor, llevamos varios días quedando para darle a los pedales, soy una globera, así les llaman a los que no montamos en bici con asiduidad, ni profesionalidad. Bajo el calor, de pronto descubro que me estoy aburriendo. Ya he pasado miedo bajando por unos caminos con muchos surcos, y tuve que llevar la bici en hombros una vez. El estrés,el calor y el cansancio me pueden y las emociones se descontrolan. Me enfado y discuto, y creo que sólo es por el calor.
De pronto me encuentro en otro tiempo y lugar. El calor del día y la humedad del clima se sienten en mis brazos. El polvo que levantan los coches al pasar por la calzada sin asfaltar me hacen toser. El ambiente huele mal, a perros callejeros, a niños que no se han duchado en varios días, a verduras podridas que la gente a tirado en la esquina y que con el calor se han descompuesto más, a la orina impregnada en las paredes de algunos rincones donde los borrachos se han bajado la bragueta. Huele mal; pero es un olor conocido para mí, para los míos.  No pensamos en si huele bien o si huele mal; es nuestro entorno, y por ello es familiar para mí; aunque eso no signifique que me guste.
Ese sol abrasador me agota mientras camino esos tres km hasta casa, mis pequeños pies, van intentando no levantar polvo, no me gusta que me entre arena en los zapatos, odio tener la arena entre los dedos, así que he aprendido a caminar levantando los pies. La mujer pequeña me acompaña siempre; camina rápido mientras me coge de la mano. Es la rutina de mediodía. Me canso, me enfado y no sé por qué, no lo pienso, sólo sé que me agoto y que quiero sentarme y beber un poco de agua; pero no hay descanso, hay que seguir caminando porque el agua no es potable y sólo podré beber llegando a casa.

Vuelvo a mi realidad. Misma sensación en distinto tiempo y lugar. Pasan los días y entiendo que a veces simplemente revivimos miedos, miedos imaginarios generados por situaciones límite que vivimos en nuestra infancia y que se arrastran a nuestro lado como un lastre para toda nuestra vida, o al menos hasta que los vemos y decidimos que son miedos del pasado; que existirán otros; pero esos ya no son reales, y entonces, sólo entonces dejamos de actuar bajo los efectos de ese miedo inconsciente. Te animo a que descubras cuáles son tus miedos, y te liberes de ellos.

miércoles, 27 de abril de 2016

Algo que ocultar...

Hay secretos que hablan solos. Pero sólo algunos saben oírlos.
Marta se sentía dolida porque le habían dado calabazas. Fue en ese momento en el que decidió hacerle caso a Marcos, que llevaba flirteando con ella unos cuántos meses, y a quién no le había dado oportunidad de quedar. Se comunicó con él sabiendo que aceptaría verla. Coincidieron. Ella vivía sola. Una vez en su casa, las cosas fluyeron desde el principio; o al menos eso parecía. Marcos sentía cierta atracción por ella; sin embargo tampoco estaba embelesado, a ella él le daba igual, sólo quería sentirse deseada, quería sentir que le gustaba a alguien; aunque no lograba sacar de su cabeza al que le había dado calabazas. Había pasado mucho tiempo esperando por él y su rechazo fue decisivo para ella. Decidió nunca más sentir nada por nadie que no sintiera nada por ella primero. Hasta el momento lo llevaba bien.
Estaban jugando en la cama cuando sonó la puerta. Se quedó de piedra. Sólo una persona podría acercarse a verla sin avisar. Sin pensar saltó de la cama, le dijo a Marcos que se vistiera mientras ella ya lo hacía y le dijo muy despacito, cierra la puerta cuando salgas, cogió las llaves de casa y salió. Marcos se quedó de piedra; pero hizo lo que ella le dijo.
Lo que ella no supo es que hubieron testigos de aquel suceso. La que se montó después fue una historia que le dejaría huella para siempre.

¿Alguna vez te ha pasado algo similar?
Sea como sea, si eres fiel a tí mismo, a tus principios; si sabes controlar y gestionar tus emociones, si eres transparente a la hora de actuar, no habrá nunca nada que ocultar.
Al margen de las interpretaciones que hagan los demás de tus acciones, decide ser coherente con todo aquello que forma parte de tí. Si te equivocas, recula. Ánimo con esto, no siempre es fácil. Pero sí, posible. Aprendiendo, siempre aprendiendo.

Nota mental: Pensar en las posibles consecuencias de nuestros actos.



sábado, 23 de abril de 2016

La niña, la mujer pequeña y los mensajes negativos.

Aún recuerdo a la mujer pequeña. A veces, tras casi siete años de saber que descansa en paz, por un segundo pienso en que tengo que viajar para poder verla, el segundo siguiente me devuelve a la realidad.
La casa está oscura. Suele ser así los días de invierno. La niña mira por la ventana de cristales sucios a la calle, cuenta a las personas que pasan, llega a veinte y se da cuenta de que la perrita está rascando la puerta y gimoteando con un tono de súplica perruna.
-¡No la dejes salir!-grita la mujer pequeña desde dentro.
-Pobrecita.-dice ella acercándose a la perrita.
El animal deja de rascar la puerta y baja las orejas, ahora tiene un gesto de sumisión total, se ha quedado quieta. La niña le rasca la cabeza, le pasa la mano por el lomo toscamente; pero es su forma de demostrarle cuánto la quiere.
-¡Ven a la cocina, ociosa!-La mujer pequeña llama a la niña que refunfuña y va hasta la cocina arrastrando los pies.
-¿Qué quieres, abuela?-l e dice con el ceño fruncido.
-¡Ayúdame!, no haces nada, ¡inútil!, no sabes cocinar, no sabes hacer nada, ¡tu marido te va a pegar!.
-Yo no me voy a dejar-responde la niña frunciendo más el ceño.
-¡Cállate y haz algo!
Cuántos mensajes negativos encierran las frases dichas sin pensar en el alcance que tienen. Cuántos  adultos les hablan a los niños con palabras duras y frases afirmativas negativas que no edifican su carácter. Llaman a los niños inútiles, tontos, vagos y otras cosas; pero pretenden que sean útiles, listos, inteligentes, trabajadores y luchadores… ¿Por qué no empezamos a ser coherentes y usamos las palabras apropiadas?
Yo apuesto por un cambio positivo, un cambio que provenga desde dentro de nosotros mismos, sólo así conseguiremos inspirar a los niños…en general a todos.

lunes, 18 de abril de 2016

Deseos...

Ojalá mirar al techo solucionara las cosas o permanecer en la penumbra retrocediera el tiempo.
Mira al techo en la oscuridad de su habitación, apenas puede pensar con claridad porque son demasiados pensamientos los que se aglutinan en su mente.
El test de orina ha dado positivo. Sabía que lo haría, lo supo desde que sintió ese mareo extraño mientras trabajaba. No quería tener hijos. No quería a ese hombre. No sabía qué era peor, si no desear a ese ser que venía en el pack del "descuido por placer", o que ese ser fuera fruto de un momento tan carente de sentido. No concebía la idea de tener un hijo sólo por tenerlo. Hablaban maravillas de los hijos; pero ella se había imaginado ser madre en un contexto diferente. Él le había dejado claro que no quería tener ese bebé y; aunque ella sabía que era posible ser madre soltera y que no era nada nuevo, tenía que decidir qué hacer y le resultaban dolorosas ambas opciones.
Las lágrimas empezaban a asomar; pero no las dejaba salir. No llorar era un modo de castigarse, castigarse por no haberse controlado a tiempo. Por estar con un hombre que no la quería y a quien no quería. Llorar era de débiles y ella quería sentirse fuerte. Necesitaba sentir que podía controlar algo; aunque fuera su llanto.
Una historia repetida. Cuántas niñas, jóvenes, mujeres adultas han pasado por esto.
La pregunta es ¿por qué con tanta tecnología, con tantos nuevos conocimientos, con tantas innovaciones, con tanta cultura siguen habiendo este tipo de problemas?
Yo creo que una de las grandes causas es que no se gestionan como se debieran las emociones y allí radica el éxito o el fracaso de nuestras decisiones. Podríamos evitarnos tantos dolores si consiguiéramos que nuestras emociones trabajaran para nosotros y no fuéramos nosotros presas o esclavos de ellas.
Ahí lo  dejo, la inteligencia emocional es algo que se puede mejorar con ejercicios también.

jueves, 14 de abril de 2016

La mujer pequeña



La mujer pequeña tenía el don del servicio y se sentía satisfecha ayudando a los demás. Todos en el pueblo la conocían. Todos habían recibido en algún momento algo de ella. Unas palabras de aliento, un masaje curativo, un plato de comida, un poco de agua, esperanza, bondad, llamadas de atención, consejos, compañía, consuelo, miradas de compasión, fuerza para seguir. La mujer pequeña ayudaba a todos sin esperar nada a cambio. Y nadie le daba nada más que las gracias. Pero ella;  aunque no desbordaba felicidad, aparentaba serenidad. Era una serenidad extraña, puesto que siempre tenía el ceño fruncido. Sin embargo en el pueblo nadie la tomaba como una mujer severa o dura. Su ceño fruncido revelaba algo que sus palabras nunca revelaron del todo a la gente que ayudaba. Sufría por un recuerdo. Se fustigaba por algo que había ocurrido años atrás. Algo de lo que ella no había sido responsable. Sufría por un hombre que la había engañado, sufría por haber abandonado a ese hombre. La niña conocía la historia,  se la había contado muchas veces. Y siempre que veía a un forajido y le ofrecía un plato de comida, le decía a la niña, podría ser tu abuelo, pobre, dónde andará; podría ser tu tío, que gracias a Dios no está en esa condición,  ese hombre es hijo de alguien, hermano de alguien.
La mujer pequeña se pasaba la vida pensando en los demás.
La niña procesaba la información como bien podía,esto es, hay que ayudar a los demás.
Y así creció la niña intentando siempre ayudar a los demás, sin preguntarse si en todos los casos las ayudas son beneficiosas o si todas las personas quieren ser ayudadas. Pero la vida se encargaría de enseñarle a moderar la ayuda desmedida que iba ofreciendo por el camino, porque no todas las ayudas que se ofrecen son beneficiosas, ni todas las personas quieren ser ayudadas.

miércoles, 13 de abril de 2016

RESILIENCIA.

Me siento en un rincón. No puedo fingir todo el día. Nadie sabe lo que pasa por mi mente. Una parte de mí quiere estar viva; pero las noventa y nueve restantes quieren morir. Huyo de mis compañeros de trabajo, necesito ser yo misma unos minutos y dejar de reír y hacer bromas para que sigan sin saber qué se esconde en mi interior. Me siento en un rincón del baño, exhalo y respiro profundo y las lágrimas salen a mares, aún allí tengo que callar, llorar en silencio. No consigo perdonarme, la culpa ha sido mía, sólo mía. ¿Por qué no puedo ser diferente? Tengo treinta y un años y mi vida es un despropósito. Sufro, me duele; pero no quiero a nadie a mi lado. No quiero que nadie sienta lástima por mí, no quiero que nadie me diga lo que debo o no debo hacer, no quiero que nadie me juzgue. Cuando ya no esté dará igual lo que digan porque no me enteraré; pero ahora no. Sin embargo cuánto daría por encontrarme con alguien que me entienda en silencio, sin sentir lástima; aunque sí empatía; alguien que me aprecie y me diga lo que debo hacer; pero sin imponérmelo. Estoy rodeada de gente; pero me siento excesivamente sola, sólo porque no me siento comprendida.
Fueron días difíciles. Pasé por un período de depresión. Hoy cuando miro atrás me doy cuenta de que esos momentos tan difíciles también contribuyeron a mi crecimiento. Todo pasa. A veces la vida aprieta, a veces nuestro cerebro aprieta y no nos deja ver las cosas como realmente son, por eso cuando veo a alguien que pasa por una situación como la que pasé yo, tengo deseos de decirle: ¡Aguanta! ¡aguanta! ¡esto también pasará! pasará y será tú en tu versión mejorada, porque las pruebas nos pulen, nos hacen más fuertes y más bonitos.
Os dejo un vídeo sobre la resiliencia. Esa capacidad de sobreponernos a las situaciones adversas.
Buen día!

martes, 12 de abril de 2016

INTELIGENCIA EMOCIONAL, qué es y cómo utilizarla.

Aquí os dejo otro video para aprender un poco sobre inteligencia emocional, esa inteligencia de la que no nos hablan cuando somos pequeños. Sigamos aprendiendo!

domingo, 10 de abril de 2016

Lo que puede hacer tu lenguaje corporal.

Es insoportable.
No entiendo por qué no es capaz de quererme. ¿Dónde está mi fallo?. ¿Por qué no soy perfecta para él?
Esos pensamientos me aturdían porque yo deseaba ser querida por ese chico que era lo más parecido al hombre perfecto para mí. No un hombre perfecto de verdad, esos no existen; sino el hombre que mejor se amoldaba mí.
Me costó lágrimas, un largo trabajo de introspección que incluyó el toparme con recuerdos de mi infancia nada agradables, tiempo invertido en pensar en mis conceptos respecto a la vida, respecto a mis creencias respecto a una pareja y respecto a mis necesidades no cubiertas en su momento.
Una mañana después de una noche triste pensando en él me levanté y me miré al espejo y vi lo siguiente:
Una morena de rasgos latinos, de pelos alborotados con el ceño fruncido; y aunque no estaba enfadada, me di cuenta de que esa línea de expresión no me gustaba puesto que me hacía algo distante para los demás. Pensé en él, y por un instante se me ocurrió que no me quería por eso. Me miré y empecé a gesticular enfado, alegría, sorpresa, rabia, y muchas otras emociones que se me ocurrían, quería ver cómo se me veía, cómo podían verme los demás. Me di cuenta de que había adquirido gestos que no me gustaban de mi madre y el ceño fruncido era un gesto de mi abuela que en paz descansa. Entonces me pregunté, si mis gestos son una copia de los gestos de mi madre, mi abuela, o de aquellas personas a las que admiré en mi infancia, ¿lo será también mi postura? y comencé a observarme y sí, en definitiva tenía muchas cosas de mis figuras protectoras. No ha sido un proceso corto; pero partiendo de allí he venido trabajando mi lenguaje corporal a lo largo de muchos años. Seguro que siempre quedarán en mí pequeñas palabras gestuales que no son mías; pero dentro de lo que he podido, desde que fui consciente de ello, he intentado ser yo de la mejor manera. ¿Y el chico de la historia?, buah! en cuanto mi mente empezó a preocuparse por cómo crecer como persona, el chico de la historia pasó a un segundo plano. Hoy tenemos una relación cercana de mucha confianza, y aunque no somos pareja, me alegra haberme dado cuenta de lo relevante.
El siguiente enlace habla del lenguaje corporal. Lo encontré en youtube y me acordé de mi proceso.

Amy Cuddy. El lenguaje corporal moldea nuestra identidad.

El poder de la vulnerabilidad por Brene Brown.

Os dejo este vídeo de youtube.
Brene Brown es licenciada en filosofía y trabajo social. Investiga en la facultad de trabajo social en la Universidad de Houston.
Todo lo que contribuya a nuestro crecimiento personal es digno de ser oído.

El poder de la vulnerabilidad

domingo, 20 de marzo de 2016

Sentir miedo.

Me encuentro en el bus. Llevo mi cazadora roja. Un hombre se levanta y me deja un asiento. Parece amable. Yo sonrío y le doy las gracias. En cuanto me siento y el hombre pasa su mano suavemente por mi cazadora sé que he hecho mal en aceptar tal acto de educación. Se me acerca y quiere decirme algo al oído. Me alejo y no dejo que me hable, y yo levanto la voz para que todos me oigan. Digo algo como "a mí no me vengas a intimidar". El hombre saca un cuchillo o unas herramientas puntiagudas, no lo veo bien. Me apunta con eso y me dice algo que tampoco recuerdo. Hay revuelo en el bus. Sé que digo  algo para que deje bajar a la gente; pero no soy capaz de escucharme en ese momento. El conductor era amigo de ese hombre. La gente baja. Yo me escabullo. Por lo visto no se dan cuenta. Un hombre ha bajado mi bolso y me lo entrega y otro hombre con dos niños se van rápido, son una niña y un niño. Les pregunto si me pueden ayudar porque no sé dónde estoy.
Me dirigen en una dirección. Yo los sigo. No sé a dónde quiero ir, pero tengo miedo de que los dos hombres del bus me hagan daño. Empiezo a correr cuando me doy cuenta de que los hombres me han visto y q se suben al bus. Sé que van a por mí. Le digo al hombre y los dos niños que corran. Ellos lo hacen conmigo. En el camino algo le pasa al padre de los niños, supongo q es su padre, me quedo sola con los niños y sé que ellos conocen la dirección y les pido que me orienten, lo hacen mientras huyen conmigo. Tengo miedo de que les pase algo. Ambos son tranquilos. Llegamos a un sitio,una calle donde no hay más que casas. Encontramos unos contenedores y nos ocultamos detrás. Nos tumbamos en el suelo. Ellos han detenido el coche cerca y vienen.  Mi corazón se acelera. Estoy dispuesta a enfrentarme a ellos,pero tengo miedo de que les haga daño a los niños. De pronto veo que una chica está entrando por una de las rejas de una casa, que está detrás de los contenedores, deja la puerta semiabierta y y entro a toda prisa y paso a los niños y sin mirar atrás le digo déjanos pasar,por favor,por favor, por favor, mi tono es suplicante. Se sorprende. Cierra un poco la puerta o la cierra por completo, los hombres han llegado a la puerta y yo giro y les grito "quedaos allí!" ni se os ocurra entrar o llamo a la policía".  La madre de la niña también está entrando,  me acerco y le doy un par de besos con mirada suplicante. Ella sostiene un bebé. Les digo que luego les explico. Nos dejan entrar y empiezo a hablar. De pronto veo que están entrando por la puerta que está semiabierta, corro para cerrar la segunda puerta,pero es tarde. Entra uno de ellos con algo en la mano y no me mira, sino que pasa de frente y los niños corren y sé que hace daño alguien,pero no recuerdo a quien, el otro también ha entrado sin mirarme. Sé que si me enfrento a ellos pueden hacer más daño, tengo la sensación de que todo es por mí. Decido salir y buscar ayuda. Las casas vecinas se ven silenciosas,pero salgo, toco timbres,nadie contesta, grito ¡ayuda! Encuentro una puerta abierta y veo una mujer a lo lejos en la segunda planta, pido ayuda, le cuento que en la casa del lado está pasando algo. Me veo contándole todo, desde el principio y me despierto con una sensación de agobio que hace mucho no sentía.
Un sueño en el que siento miedo y huyo de dos hombres. Uno que aparentemente se portó bien conmigo y con quien tuve un mínimo diálogo y otro que casi ni reparó en mí y a quien yo tampoco miré. La mente es interesante. Estoy pasando por una etapa de toma de decisiones. En el sueño hay muchos factores que me llaman la atención. Tres niños, un daño colateral, personas dispuestas a ayudar, yo pidiendo ayuda, personas que no se inmutan frente a los problemas ajenos (los del bus), yo preocupándome por los demás (consiguiendo que bajen los del bus), yo cuidando de los demás (los dos niños), yo huyendo del daño; pero tal vez usando mis propias herramientas (quizá los niños), yo enfrentándome a los que quieren hacerme daño; pero no exponiéndome a ellos. Los sueños revelan muchas cosas de nuestro día a día, de nuestras sensaciones, de nuestras emociones y percepciones. Los sueños que tengo me hacen pensar en aquellas cosas de las que no soy plenamente consciente y me ayudan a ver cosas que no soy capaz de ver.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Esa chispa en tu mirada.

Qué ha sido de tu vida en todo este tiempo. No sabía lo que sentiría al verte, te he guardado a buen recaudo y tu recuerdo siempre ha sido dulce y amargo a la vez, grato e ingrato, tierno y cruel. Sí,  en todo este tiempo la ambigüedad que me otorgaba el pensarte vapuleó constantemente contra mí. Ya sé que no entiendes estas contradicciones; pero para mí son paradójicamente compatibles, es lo que hace la experiencia especial. Amar a veces es tiernamente doloroso.  Al principio me regodeaba en el dolor del saberte distante. Necesitaba pensarte. Te dije que tus abrazos eran mi droga, pues, a falta de droga los reemplazos fueron tus fotos, las pocas fotos que tenía, y con cada foto había un recuerdo, y cada recuerdo traía consigo una pregunta, un por qué y cada por qué necesitaba su razón. Y así pasé muchos momentos buscando razones, descubriendo las mil maneras que tenías de pensar para responderme a mí misma. Y hoy te veo y siento que aún te quiero. No he dejado de quererte. Tú, tan especial con tu forma de amar. Te veo bien y aún veo esa chispa en tu mirada. Me abrazas con ese abrazo tan tuyo y recuerdo nuevamente todo. Sin embargo algo ha cambiado, aprendí a estar sola, aprendí a no depender de mis emociones, ni de mis sensaciones. Tú, tan tuyo y tan mío en su momento, me enseñaste autonomía y por eso te quiero. La distancia me ha enseñado que no se puede olvidar a aquellos que te aportan algo tan importante. Te quiero, sí; pero ya no cómo antes. Nunca como antes. Deseo verte bien, de corazón anhelo verte feliz. Te quiero y me siento bien, me siento libre, ¡me siento bien!.
¿Cuántas veces nos hemos enamorado de nuestras emociones? Todo un mundo, toda una tragedia cuando se acaba, ¿verdad?.
Con el tiempo, digo yo, la vida y Dios a través de ella te enseñan a ver las cosas de diferente manera. Aprendes, creces, lo que fue una tragedia se convierte en una pequeña escuela, y a base de tragedias tu espíritu se renueva, se pule, se forja. ¡Qué bonita es la mente y qué compleja!

¡Ánimo con la vida que nos toca vivir! Vivamos todas las sensaciones. Al final, si no nos dejamos vencer, seremos mejores que ayer, de eso se trata.

domingo, 6 de marzo de 2016

Le has llamado cariño

Caminan juntos, en silencio, parecen amigos; pero sus miradas centradas en un punto infinito dice que son algo más; está oscuro aún. Él se acerca y le coge la mano, ella no se inmuta, sigue caminando.
Algo parecido al efecto Doppler, se acercan a mí mientras camino y la intensidad que percibo aumenta cuanto más cerca están y disminuye cuando se alejan; pero me quedo pensando en lo complicado de las relaciones.
-Le has llamado cariño.-Me dice dolido.
-Sí.-respondo.
-A mí nunca  me llamaste así.
-Será que tú y yo nunca tuvimos una relación formal.-respondo fríamente.
-Porque nunca quisiste.
Es cierto lo que dice, estaba enamorado, puede que siga enamorado; pero nunca quise estar con él. Simplemente no me veía. Son esas dicotomías que se viven. Algo en él me atraía; pero no era suficiente. Estuve a su lado sin estar hasta que sucedió algo que me empujó en dirección contraria a él.
El mundo de las relaciones es un mundo complicado cuando se busca estar con alguien por necesidad. A veces somos tan dependientes de nuestras emociones que no podemos estar solos ni por un instante. Y a veces en el camino lastimamos a personas que no merecen ser lastimadas. Y lo hacemos innecesariamente, sin intención; y nos lastimamos a nosotros también, porque generamos un círculo vicioso del que no es es fácil salir. Sin embargo es posible salir. Sólo hay que abrir los ojos y definir si estamos cómodos o no. Si hay algo que no nos convence y es algo realmente importante, pregunto ahora lo que me debí preguntar en su momento ¿Para qué empezar?. Ya sé que es importante vivir; pero a veces llamamos "vivir" a un "sinvivir".
Qué diferente es cuando te cruzas con alguien por casualidad y descubres que es de tu talla, no perfecto; pero hecho a tu medida, alguien que encaja contigo, alguien con quien podrías caminar por la vida cómodamente, alguien que te entiende, a quien tú entiendes, alguien que te acepta, a quien tú aceptas; simplemente alguien con quien te es fácil estar, alguien que, incluso con defectos (que todos los tenemos) es alguien de cuya presencia no quieres prescindir.
A lo que voy es a que es posible, y para que sea, primero se deben dejar esas creencias erradas de que no se puede estar solo. Se puede intentar.

viernes, 4 de marzo de 2016

Miedo encubierto.

-¿Qué es lo que te gustaría hacer antes de morir?
-Inspirar a alguien.-Respondo.-Pero no sé cómo se hace eso.
Y de pronto empiezo a pensar nuevamente, y una imagen viene a mi mente.

Una niña de siete años caminando sola bajo el sol, con su uniforme gris, falda y jersey, chompa se le dice allí. Lleva una mochila marrón hecha de marroquín, se la hizo su madre que trabaja en una fábrica de calzado. Camina hacia su casa, camina con paso firme porque se le puede hacer tarde. Se ve que tiene calor, me acerco a esa niña con mi mente y de pronto soy yo. Tengo calor. Llevo un par de trenzas que me ha hecho mi abuelita por la mañana; pero están casi deshechas, los pelos del flequillo se han soltado y me caen por la cara. Veo pasar los buses, microbuses, combis, custers, por la carretera, yo voy por en medio, ya sólo faltan dos horas que es lo que tardo en caminar cuando decido no subirme al bus. Me dan miedo algunos cobradores, me miran extraño a veces y no me gusta, parece que quisieran hacerme daño, así que prefiero comprarme un sandwich con el dinero del billete de bus e irme caminando. Sola me siento más segura. Todos prefieren ir en bus, yo prefiero caminar. A muchas mujeres les da miedo caminar solas por esas calles y yo en cambio lo prefiero, mucha gente prefiere ir en coche porque así no se cansan y a mí no me importa cansarme a cambio de sentirme libre. No hay nada que mirar en realidad, no sé si pienso en algo, soy esa niña; pero ya no recuerdo qué pensaba, sólo recuerdo lo que sentía. Me siento bien. Ah, pienso que mi abuelita se va a enfadar porque llego tarde del colegio y estoy sin comer y sé que la escucharé y cuando me canse le diré que se calle y ella se enfadará más porque le habré faltado al respeto y me dirá cosas duras; pero yo pasaré de ella. Ya sé lo que va a pasar; pero no me importa. Y tampoco le contaré que en los buses esos a los que subimos hay hombres cochinos que yo he visto que le levantan la falda a las chicas y que las tocan. Y tampoco le diré que una vez un hombre de esos, viejo y feo, con las manos ásperas me levantó la falda a mí y me tocó y que yo no pude decirle nada, no sé por qué; pero que me dio tanto asco y rabia que cuando veo un bus lleno no me subo ni loca y prefiero caminar. No se lo diré porque no me entenderá. Sigo caminando sintiéndome segura, quizá es mi confianza infantil en Dios. Es lo que la vida me regala.
Yo aprendí a temerle a los hombres, sin embargo no me gustaba que se dieran cuenta, una vez un taxista me preguntó si no me daba miedo quedarme sola en el taxi, puesto que habían muchos hombres que podían hacerme daño (mi madre se había bajado antes), sentí que me recorría un escalofrío de la cabeza a los pies y pensé que quizá él quería hacerme daño, entonces muy segura; aunque con el miedo latente escondido tras esa seguridad, le respondí: "No, porque la comisaría está cerca de mi colegio y yo podría gritar y además Dios me cuida". Aprendí a que no siempre podía contar con los demás, que las personas no te iban a defender, que estaba sola, y eso que contaba con mi madre, mi abuela, mi tía, mi tío; pero tenía esa sensación de que no les importaba, de que molestaba. Nunca pedí nada. De hecho, hasta ahora, soy más de ayudar que de pedir; aunque he trabajado bastante y he crecido mucho a nivel personal. Pienso en esa niña y pienso en mí ahora. Podía haberme quedado sola, herida por las circunstancias, enferma de depresión, (que también la tuve), rabiando por todo sin saber por qué; pero no. Crecí. Maduré. Y he aprendido tanto y sigo aprendiendo tanto, que es verdad que deseo inspirar a alguien, si mis historias ayudaran a una persona, sólo en un área de su vida, o sólo le arrancara una sonrisa por un momento, si alguien decidiera cambiar sus hábitos, su conducta, si alguien llegase a creer que es posible cambiar leyendo algo de esto, me daría por satisfecha y moriría feliz. En fin...eso, algo más para compartir.


jueves, 3 de marzo de 2016

Perdonando. (Un poquito de odio IV).

Ser creyente o no es una decisión personal que puede estar condicionada por tus propias experiencias.

Me arrodillé en el rincón de mi habitación, mi hermana dormía en la parte alta de la litera porque yo madrugaba para irme al trabajo y ya era muy tarde. Habíamos tenido una nueva bronca con mi padrastro, como siempre le había deseado la muerte. En mis recuerdos, a veces solucionaba todo matando a las personas en mi mente, no matándolas yo, sino, mediante un accidente, o una simple noticia, "ha muerto", entonces lo pensaba y sentía alivio, porque como ya "había muerto" la vida cambiaría para mi madre, mi hermana y yo, y si la vida cambiaba para nosotras, también cambiaba para los que nos querían y sufrían viendo lo mal que lo pasábamos con tanta intransigencia. Pero cuando dejaba de imaginarme que "había muerto" todo seguía igual, entonces empezaba a desear que fuera cierto. Esto se acompañaba con un ímpetu interior cada que esa persona pasaba por mi lado. Me hervía la sangre, se me aceleraba el corazón, se me tensaban las mandíbulas, se me aceleraba la respiración, y si esa persona hubiese sido del tamaño de una cucaracha la hubiera pisado sin compasión más de una vez, y si hubiese sido más pequeña que yo, la hubiese torturado hasta que pidiera perdón. Pero ni era del tamaño de una cucaracha, ni era más pequeña que yo, y lo peor, lo que peor llevaba era saber que a pesar de lo mal que nos trataba, Dios también lo amaba; aunque sabía que Dios no aprobaba su trato para con nosotras, sabía que yo no podía luchar contra ese amor tan grande que Dios le tenía. Le odiaba, odiaba a ese hombre, el único ser que he odiado. Y me odiaba a mí misma por odiarle. Así era yo. Loca. No tenía sentido,¿no?. Odiarme por odiar a alguien que nos estaba machacando; pero así era. Así que un día cuando toqué fondo, no recuerdo si tenía dieciséis o diecisiete caí de rodillas y oré: Dios, si tú existes y es verdad lo que la biblia dice de que nos amas a todos a pesar de nuestros actos, por favor haz algo que yo no puedo hacer. Dios, haz ese milagro, tú dices que si pedimos de acuerdo a tu voluntad y con fe, tú respondes las oraciones ¿no?, pues yo creo que te pido de acuerdo a tu voluntad y quiero ver ese milagro porque no aguanto más.-Mientras le decía esas cosas a un ser que no veía, pero en el que creía, las lágrimas me rodaban por la cara y recuerdo que lloraba tanto que la parte delantera de mi pijama terminó mojada.-Dios, de verdad, deseo que se muera porque nos hace daño, nos dice cosas hirientes, y nos trata como si fuéramos sus esclavas, y no me parece justo, no me parece justo; pero siento que todo el odio, esta cosa que siento por él ni siquiera le roza, ni cuenta se da de todo el odio que le tengo y cada que lo veo y anhelo que le pase algo desgraciado, la que lo pasa mal soy yo. Y sé que no está bien odiarle, porque sé que tú no deseas eso y yo deseo ser una buena creyente, una buena hija tuya. Por favor, demuéstrame que eres real, que puedes hacer algo por mí. Me hablan mucho del perdón; pero soy incapaz de perdonarle, sobretodo porque sé que mañana todo seguirá siendo igual. Pero estoy mal y quiero estar bien. ¿Y sabes qué? No me pienso levantar de este rincón hasta que tú hagas algo. Quiero sentir paz. Oré y oré, no recé oraciones conocidas de memoria, le dije a Dios todo, absolutamente todo lo que sentía.
No sé qué sucedió en mi mente. No sé cómo lo hizo Dios. (Sí, así soy yo, creyente). Pero hubo un momento en el que sentí tanta paz, tanta tranquilidad en medio de tanto dolor, que tuvo que ser un milagro. He ido a sesiones de terapia posteriormente, después de mis treinta años y nunca he vuelto a vivir esa experiencia tan gratificante de esa manera tan espectacular.
Cuando me levanté de aquella experiencia tras esa oración tan larga, lo primero que hice fue pensar en lo último que había odiado ese día de ese señor. Busqué mi odio, porque mi odio y yo éramos uno desde hacía mucho tiempo, y no lo encontré. Me esforcé. No lograba creer del todo qué había pasado. Sí, yo había orado por paz; pero no me terminaba de creer que pudiera estar sintiéndola en ese momento y de esa manera. No estaba. Mi odio había desaparecido. 
Todo cambió a partir de ese día y hasta hoy. Él siguió siendo el mismo. Bueno, tras más de veinte años, obviamente ha cambiado mucho; pero nunca más volví a sentir la aversión que sentía por él. Esa experiencia me enseñó a ver su humanidad y a pensar en sus carencias también. Desde entonces miro a las personas de verdad, no las miro por lo que hacen, sino a través de su dolor escondido, sus miedos, sus fracasos, las miro a través de sus emociones heridas. Las miro como siento que Dios me miró y me mira a mí. A ver, no me las doy de ser la madre Teresa ¿vale?, ni Jesús de Nazaret; no es que ame desmedidamente a las personas, obviamente, todos tienen cosas que me gustan más o menos, tampoco es que sea alguien hipersocial, no. De hecho me considero un poco antipática a veces, jeje; pero suelo entender las emociones de las personas y me gusta hablar de ello.
Lo que digo, entender nuestro pasado, a veces nos ayuda a saber cómo hemos llegado a donde hemos llegado.

Es posible ser tu mejor versión

"CADA SER ES UNA ESENCIA DISTINTA".

Espero que a través de este blog, alguien pueda vivir unos instantes de introspección conmigo.

"Eres único/a, un reflejo de Dios en este mundo, comparte todo lo que tengas, recibirás con creces; ama, no dejes de amar; aunque sientas que no te aman; vive intensamente, crece libre, siente paz; la vida es hermosa aun con sus perplejidades.

Tampoco olvides: En cualquier situación siempre serás importante para alguien".



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