lunes, 29 de febrero de 2016

¿Por qué historias eróticas? Simplemente para pensar.

Las historias con cierto matiz erótico pueden reflejar varias cosas de quien escribe y esperar determinadas respuestas de los que leen. Hay personas que al leer historias de ese tipo despiertan su líbido sin más, otras que son más sensitivas pueden volar y recordar algunos momentos íntimos, alguna que otra se preguntará sobre la persona que escribe, y a otros simplemente le sonarán a historias de amor. En cualquier caso, dependiendo de cómo se escriba se podrá transmitir una u otra sensación. A mí me gusta pensar en lo que siente el otro,  en lo que puede pasar por su mente cuando se entrega o sólo vive pasión. El sexo es lo que tiene, que se puede vivir en diferentes dimensiones, hay para todos los gustos. Y mucha gente ha dejado de perseguir relaciones sólo porque con el sexo llena un ratito su vacío. Si lo piensas en el fondo es así. Y aunque cuando acaba se sigue sintiendo igual de vacía, no importa, porque luego existen otras cosas que también llenan esos vacíos. Es curioso. Gente sola que en el fondo no quiere estar sola y por eso busca estar siempre haciendo algo con alguien, para tener compañía . Así somos, curiosos, dignos de ser estudiados, observados, llevados bajo un microscopio. En fin. Bueno, que hay gente que disfruta estando sola,¿eh?, no digo que no. Pero son las menos si te pones a pensar. No pretendo juzgar a nadie, yo lo que quiero es vivir de verdad, y que todos lo hagan. Puedo estar equivocada en mis percepciones; pero no se trata de lo que yo perciba, sino de que cada uno mire y revise su interior.
-Mamá, hay un niño en el colegio que me gusta.
-Ah,si?-pregunta con tono de madre curiosa.
-Sí, y pasó por mi lado y creo que se puso nervioso.-Y me río nerviosa mientras lo cuento.
-¿Y tú qué hiciste?
-Casi le toco la mano.-Y vuelvo a reír nerviosa y un poco exageradamente.
Recuerdos y más recuerdos, hay quienes miran hacia el futuro en todo momento, yo no es que no me proyecte, de hecho lo hago. Y mi pasado me ha ayudado mucho a encontrar mi presente, a definirme como mujer, como hija, como ser social, soy lo que soy por todo lo acumulado en mi pasado, la diferencia de ser consciente y no serlo radica en que conociendo por qués puedo decidir qué hacer con mi vida de aquí en adelante.
Por intentarlo no se pierde nada, es peor quedarse quieto, al menos eso pienso yo.

domingo, 28 de febrero de 2016

Recuerdos que duelen.

¿Has pensado alguna vez en por qué eres como eres?
Yo nunca lo había pensado hasta que empecé hace unos cuantos años. Era una chica dulce, eso decían. Otros que me conocían más decían que era de carácter fuerte. Y a mí me molestaba que los que decían una cosa no se dieran cuenta de lo que decían los otros. Y así pasaron los años. Me sentía agobiada por lo que la gente pensaba de mí. Quería que todos vieran que en realidad,  pese a mis enfados yo era buena persona. Y así, me desvivía por agradar. Pero es que eso se mezclaba con mi lado exigente de ese entonces, el lado que me transformaba a veces en alguien intolerante con las imperfecciones, y no era que me sintiera perfecta, todo lo contrario, y así luchaba por un lado por ser mejor, y por otro por agradar a los demás.
-¿A qué jugamos?
-Juguemos a la escuelita. -Digo yo.
-¿Pero quien es la maestra?-Preguntan mis amiguitos.
-Yo, claro.-Respondo con seguridad.
-Ah, ya.
Así era yo de pequeña. Luego pasan cosas, las que sean y tu yo de pequeño se queda en algún sitio. Aprendes inseguridad,  experimentas miedos, temes el rechazo social, y a otras cosas y cuanto más intentas estar bien más raro resultas para los demás. Un día miras para atrás y te preguntas en qué parte del camino abandonaste a ese niño seguro, capaz de transmitir, capaz de liderar y de hacer tantas cosas que ahora ya no te atreves a hacer. Si es tu caso, te diré que puedes recuperar tu esencia perdida y mejorarla. Todas esas capas que has ido poniéndote cada que experimentabas algún tipo de dolor, puedes quitarlas poco a poco. No es un trabajo fácil. Pero quien quiere, con paciencia, puede. Yo creo en eso. Pero siempre dependerá de tí pasarte el resto de tu vida siendo alguien con quien no estás de acuerdo del todo, o dedicar un tiempo valioso para encontrarte y hacer las paces contigo mismo.


sábado, 27 de febrero de 2016

Mi concepto de los hombres.

Hoy toca hablar de mí de verdad. Esto que escribiré a continuación es un pedacito de mí y no es una historia inventada, ni está mezclada con matices de creatividad.
Crecí en un lugar pobre. Recuerdo pies sucios corriendo por la arena sin calzado, vestidos rotos o con parches, manos pequeñas con las uñas negras, caritas manchadas de ollín, cabezas despeinadas. Mi mente regresa a ese lugar de vez en cuando. Yo miro por la ventana, los niños juegan afuera, y miro porque no me dan permiso para salir.
Algunas personas de mi país, que permanecen allí, creen erradamente que "he olvidado de dónde soy". Y lo creen porque hablo de lo importante que es para mí vestirse bien, andar limpio y oler bien. O tal vez lo piensan porque ahora ya no dubito para decir ciertas cosas, y quizá para ellos nacer en medio de la pobreza es sinónimo de ser inseguro y de ir por la vida oliendo mal o con las uñas llenas de mugre o con los dientes llenos de comida. No lo sé. En cualquier caso respecto a mí se equivocan. Es imposible olvidar ciertas cosas y no sólo porque me mire al espejo y mis rasgos me recuerden de dónde soy, sino es imposible porque yo soy el conjunto de todos esos recuerdos y otros que formé cuando dejé ese mi lugar.
Los niños se ríen, yo miro por la ventana un día más, y de pronto me dejan salir. Salgo con la sonrisa ocupando toda mi cara, o eso siento; y aunque siento miedo porque no acostumbro jugar con ellos, pronto me veo jugando al escondite con los demás, me estoy divirtiendo hasta que un niño mayor se me acerca y me acaricia extrañamente. No sé por qué no me gusta, nunca nadie lo había hecho; pero yo sé que su forma de tocarme es mala,así que escapo del sitio, le digo a los niños que me voy a mi casa y entro como si nada hubiera pasado porque no quiero que me pregunten,  parece que hubiera hecho algo malo, y vuelvo a mirar por la ventana. Desde allí es más seguro, va a ser que mi abuela tiene razón y "los hombres son malos".
Tendrían que pasar muchos años para que ese concepto afianzado no sólo por esa experiencia, sino por muchas más, cambiara.


miércoles, 24 de febrero de 2016

Mentira piadosa.

-Me dijiste que no volverías a verle.
-Mentí. -Responde con toda naturalidad.
-Sí, mentiste.- Digo dolido.
Ella permanece quieta, sentada en el sofá, con la tele encendida y la mirada pérdida en la pantalla, no sé si sus pensamientos también.
-¿Por qué me mentiste? Por favor, explícame. ¿Merecía yo que me mintieras?
Ella suspira y dirige su mirada hacia mí, abre la boca para hablar y noto dolor en su frente,  ha fruncido el ceño; pero no es enfado lo que veo.
-No quería hacerte daño, Manuel. Estaba harta de esta relación, de que no me hicieras caso. Estuve dispuesta a no verle más; es sólo que seguiste actuando de la misma forma y me volví a cansar de darte una oportunidad tras otra, y luego, luego vino lo de tu padre, enfermó y yo ya no podía más; te iba a dejar en el peor momento, y me sentí mala persona y decidí no decir nada, ocultarlo para que no lo pasaras peor. Y así han pasado seis meses. Sí, volví a verle una y otra vez porque me da algo que tú no me dabas ya.
Me apetece abofetearla por lo cínica que parece su respuesta. Dice que lo hizo por mí y no se da cuenta de que odio la mentira. O ya no lo recuerda.
-Sabes que has roto mi concepto de tí. No podré verte igual después de esto. Quizá creíste que tú mentira era altruista; pero lo cierto es que acabo de darme cuenta de que he vivido seis meses con una mujer que no me quería creyendo que lo hacía.  ¿Puede haber humillación más grande?. Vete, por favor. Coge tus cosas y vete.
Se levanta en silencio. Sé que se arrepiente, sé que piensa que no valoro su mentira piadosa. Pero no puedo. Y ya está. Saldrá de mi vida como lo había deseado cuando decidió engañarme con otro. Y yo reharé mi vida.

domingo, 21 de febrero de 2016

A pocos kilómetros de casa.

Era aún de madrugada cuando nos besamos por última vez. Nos dijimos adiós con una sonrisa y con ese brillo mutuo en los ojos y en el alma de quien sabe que se repetirá. Tenía su número y ella el mío.
Rechazó que la llevara a casa. Yo insistí; pero no pude convencerla, me pidió que la dejara en aquella esquina. Eso la hizo más interesante aún, misteriosa.
Era la segunda vez que quedábamos. Había ido con un vestido rojo y unos tacones negros. No sé divisaban las formas de su cuerpo con aquella prenda; pero el color la favorecía,  se la veía tan sensual encima de esos tacones, y cómo no decirlo, sus formas tan tiernas, su voz, su mirada embelesaban, me quedé enamorado de ella esta segunda vez. Dejó que le diera un beso en la mejilla a media noche. Curiosa forma de provocar. Parecía que se había arreglado para mí; pero que no quería nada conmigo.  Charlamos, tomamos unas copas, no suficiente para emborracharnos,  bailamos, caminamos y seguimos hablando.
-¿No tienes la sensación de que ya nos conocemos?
-¿Tienes esa sensación también?-respondí.
-Será que nos conocemos de otra vida.
Se fue caminando por la calle Velazquez en dirección Núñez De Balboa, yo seguí recto tras verla caminar un ratito, me fui en dirección a la Castellana, bajé hasta Atocha para coger la A-5. Yo vivía en Alcorcón. Sonreía mientras el sol empezaba a iluminar las calles. Iba despacito. Tenía la sensación de que si iba rápido, el recuerdo también se esfumaría y no quería.
Nos habíamos besado varias veces después de la medianoche. No despertaba en mí deseo sexual; más bien deseaba conservarla así, cuidarla, mirarla, acariciarla.
Qué mujer más atractiva. Y sabía que le gustaba yo también. Dicen que los hombres sentimos menos que las mujeres, no lo sé, ¿por qué entonces esto es tan intenso?
Me centro en la carretera, empiezo a sentir sueño, pienso en ella, abro los ojos; ya quedan pocos kilómetros. Miro por el retrovisor, vienen pocos coches a estas horas un domingo. Suena un mensaje en mi móvil, debe ser ella, sonrío; pero no cojo el móvil aunque puedo hacerlo, he de cuidarme, debo volver a verla. Miro de nuevo por el retrovisor y veo el cielo con sus varios colores, azul, rosa, naranja. Nunca había reparado en el color del cielo a esas horas en Madrid.
Pestañeo fuerte,  siento sueño, cuando abro los ojos veo que he avanzado más de lo que tenía que haber avanzado en un segundo.
-Un momento. -Me dice una voz de alerta.- ¡Te has dormido!
-Cómo me voy a dormir.
-Mira en qué carril estás.-Me insta la voz.
-¡Ostras, es verdad!
Abro más los ojos, ahora queda menos para llegar a casa. Enciendo la radio, pongo música y abro la ventana.
Vuelvo a pensar en ella. Se llama Sara. Cierro los ojos un milisegundo para recordarla y estoy allí nuevamente, con ella. Y un impacto me despierta y el siguiente me aturde y ya no puedo pensar, siento miedo repentino, y no sé cuánto tiempo más me dará vueltas todo, me duele la cabeza, me duele la cabeza y siento sueño y me quedo dormido y nadie, ni el equipo de la UVI móvil del SAMUR consigue despertarme. Adiós, Sara.

jueves, 18 de febrero de 2016

Con un par.

Con paso lento camina por la orilla. Su figura se percibe a lo lejos, menuda, cansada, desilusionada.
Sus recuerdos asoman a su memoria uno detrás de otro.
-¡Déjala!....¡Nooooo!.
El dolor transformado en ira consigue que frunza el ceño.
-¡Para!-Una mujer débil grita; pero su voz apenas se oye.
-¡Perra!
Las piernas le tiemblan, se sienta en la arena, justo donde el agua apenas le llega a los dedos. La marea subirá en algún momento. Ya se moverá. Y si se moja, tampoco es lo peor. Peores son las cicatrices que oculta tras una sonrisa cuando está con la gente.
-¡Papá, déjala, por favor!-una voz infantil solloza.
-¡Eso le pasa a las mujeres cuando no nos dan lo que queremos!
-Basta, por favor-Se oye nuevamente a la mujer.
En el rincón de aquella habitación esa mujer enroscada cubre con sus manos su cabeza por la que fluye un hilo de sangre que le ha manchado el camisón rosa que lleva puesto. Sus hematomas también lloran sangre. La sangre se mezcla con sus lágrimas y su miedo es más fuerte que su dolor cuando ve que ese hombre que apenas reconoce coge a su hija de seis años y se la lleva a la otra habitación.
-¡Papá!
-Quítate la ropa.-Grita enfurecido aquel animal que busca saciar sus instintos.
La niña asustada, empapada en lágrimas, se quita la camiseta de dormir que lleva.
-¿Papito, estás borracho?No me hagas daño.
-Papá no te hará daño, mi amor, sólo quiere acariciarte.
La niña calla. Su rostro confundido adquiere semblanza de miedo cuando su padre le baja los pantalones. Baja la cabeza, la comisura de sus labios baja aún más y sus ojos reflejan tristeza.
La mujer de la otra habitación, ha escuchado la conversación, ha conseguido levantarse y ahora se encuentra en la puerta.
-Déjala, amor, aquí me tienes a mí.

Sentada en la playa, coge un puñado de arena y deja que se escurra entre sus dedos. Mira el horizonte con tristeza.
Hace veinte años vivió esa escena. Ella era aquella niña. Y sus recuerdos se confunden con otros recuerdos inmediatos.
-¡Perra!-la había llamado su chico, mientras le daba una bofetada.-¡Estabas coqueteando con ese imbécil!
No supo en que momento lo recordó. Sólo sabe que empezó a llorar. Pensaba que esos recuerdos estaban olvidados y sólo hizo falta una bofetada después de veinte años para revivir ese dolor.
Frente a la playa se promete que nunca repetirá esa historia, ella no será débil como su madre y al mismo tiempo será tan fuerte como ella cuando para defenderla escondió detrás de ese camisón rosa aquella botella de licor que rompió contra la cabeza de su padre aquella negra madrugada y la cogió en brazos y salió de esa casa y de la vida de ese hombre para siempre.



miércoles, 17 de febrero de 2016

Contradicción

No, nuestra historia no tiene parangón; aunque sea una historia más, y aunque las historias como la tuya y la mía se repitan desde la eternidad y por la eternidad.
Me amas, te amo, me deseas, te deseo, me admiras, te admiro, quieres estar a mi lado, no quieres dejarme ir, me dices, y es entonces cuando callo.
Tus ojos me ruegan y tus labios me han besado quedos, dulces, y con una intensidad que podrían matar de deseo a cualquiera.
Y eso es todo. Es el final. Pero tal vez sea el principio de algo. El principio de la soledad. El principio de tu introspección; aunque pareces tenerlo claro.
Hábil. Eres hábil para engatusar,  para arrastrarme contigo al mundo de la transgresión. Sin embargo no quieres transgredir. Lo admiro, he de reconocerlo. Terriblemente atractiva, sutil y firme. Porque no debes. Porque en casa te espera otro hombre que puede no regalarte intensidad, pero sí estabilidad, y un par de miradas que de tan pequeñas, ingenuas e indefensas, hacen que renuncies a tí, hacen que renuncies a mí.
Los amas. Les deseas bien. Vives por ellos.

Te me vas. Así es esto, y yo me quedo con mis sueños de tenerte y no compartirte con nadie, con mi envidia hacia ellos, con el olor de tu pelo y tu aliento, con el deseo de haberte poseído. No quiero decir adiós; pero adiós, o al menos hasta que te acuerdes de mí y quieras nuevamente trasladarme al mundo que me otorga mi imaginación cuando te tengo cerca.

viernes, 12 de febrero de 2016

Reincidentes.

-Yo sólo quería que lucharas por mí. Que me demostraras un poquito que yo te importaba.-Digo conteniendo un dolor profundo.
-Me importabas y me importas.
-¿De qué sirve saberlo ahora?-Te pregunto con enfado y cierta indignación.-Has jugado conmigo.
-No digas eso, por favor.
-Ya no me importa lo que sientas.-Pero sí me importa.
-Lo siento, de verdad.-Me dices arrepentido.
-De nada sirve sentirlo, lo que está roto está roto.
Y mi corazón está hecho trizas. Y te miro y te deseo y me duele que no digas nada más, que no manifiestes interés.
-Está bien, ¿qué quieres?.-Preguntas como queriendo subsanar el daño.
-Que no me reclames nada. Disfrutar del momento, no pensar.-Digo con un tono de énfasis.

No sé qué he dicho, ni por qué lo he dicho, yo no soy así; pero ha generado una respuesta en tí. Te has acercado con vehemencia y tu boca está sobre la mía. El corazón se me ha parado un instante, me has asustado. Pero cuando tus manos rodean mi cintura mientras la aprietan contra sí, se despiertan mis instintos, mi respiración se acelera, tus manos han empezado a recorrerme con suavidad y deseo. Siento que te importo. Mi respiración te excita, me coges el pelo y tiras suavemente; pero con firmeza de el hacia atrás, me pones, te digo y tú me besas el cuello. El sofá gris de mi salón nos invita a ponernos cómodos. El silencio de la noche nos invita a callar. Nuestros cuerpos nos invitan a disfrutar. Me romperás el corazón de nuevo, lo presiento. Pero me dolerá menos porque empezaré a acostumbrarme a tu desacertada forma de quererme.
-¿Tienes un condón?-pregunto susurrando.
-He traído tres-me contestas.
Y nos olvidamos de hablar, nos acariciamos, nos deseamos y te hago mío en ese instante, porque en ese instante yo soy tuya, y es en ese momento en el que se fusionan nuestras almas, en cada mirada, en cada beso, en cada roce, y es entonces cuando veo en tus ojos aquella verdad que callas, me quieres. O quizá sólo es lo que quiero creer. Sea como sea, presiento que tanto como yo,  deseas no acabar con esta historia.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Infiel.


-Cariño, deja de liarme o llegaré tarde al trabajo.
La tenía sobre él, juguetona y coqueta. Tres veces, esa noche había sido suya tres veces y este era el amago de la cuarta vez.
-Oye, no creí que fueras así de ardiente. Eres una insaciable.
-¿Eso crees?
-¿Te gusta, no?
- Tú qué crees.
- Yo creo que te encanta. Pero tengo que ir al trabajo o me echan.

Lentamente, sin dejar de provocar con cada uno de sus movimientos y gestos, parsimoniosamente, dejó de moverse y se acostó a su lado, él la arropó. 
-Te vas a congelar- le dijo.
Ella permaneció en silencio, su mente ahora volvía a la realidad, había dejado de seducirle y ahora tenía que despertar y volver a su vida monótona. Había descubierto con él una faceta de su vida. Podía ser apasionada y podía entregarse en cuerpo y mente cuando realmente lo deseaba, había disfrutado de aquella noche. Ahora, estaba ahí, en la casa de un hombre al que conocía hacía unos cinco días y al que había visto dos veces antes. No era- se decía- lo que quería, ni siquiera lo que se había imaginado; pero había disfrutado, y cómo había disfrutado. Su marido no había conseguido ese efecto en ella. Eran pensamientos que nada sutiles cruzaban por su mente.
De repente, todo acabó.

Él se había ido, se había despedido con un beso y un adiós cariño, te llamo luego; enseguida se había quedado dormida y ahora al despertar se daba cuenta de que había ocurrido algo que ella no deseaba que ocurriese. Se habían acostado juntos aquella noche, él se lo había propuesto la noche anterior, el quedarse a dormir juntos, y ella había accedido sin reparo alguno y sin pensar habían entrado en su apartamento, el se había quitado la ropa como si la conociese de toda la vida y a ella le tocó hacer lo mismo por vergüenza a echarse atrás, y aunque algo por dentro le decía que no era lo mejor, se acostó a su lado y empezaron a hablar. El la abrazó tiernamente. 
-Si tan sólo mi marido me abrazara así-pensó en ese instante.
Hace mucho tiempo que nadie la abrazaba de ese modo. Comenzó una lucha interna por saber que hacer. Se había expuesto al momento y ahora el momento la hacía suya. Poco a poco fue cediendo a sus necesidades e impulsos y ahora, diez horas después, allí estaba, en la cama de un hombre que no la conocía en lo más mínimo, mirando al techo, a las paredes, intentando reconocer el lugar.
Por un momento sintió que él estaba allí, y que lentamente la hacía suya de nuevo; pero el miedo la invadió cuando se dio cuenta de que no había nadie en ese instante. Abrió los ojos. Recordó. Habían pasado un par de semanas desde la última vez que había estado en la cama con Jaime, su marido. Sintió rabia y luego deseos de llorar; pero se tragó las lágrimas. No tiene sentido llorar, se dijo a sí  misma, yo lo hice sabiendo, fui consciente de la elección anoche, no puedo llorar. No tiene sentido llorar. 
Se levantó de la cama y se dispuso salir de ese apartamento. Tenía que pensar en la explicación que le daría a su Jaime. Lo quería; pero, ¡Dios! el recuerdo del placer de esa noche le hacía replantearse su vida entera.
Así es la vida. Está llena de elecciones y cada momento vivido es una decisión tomada en pro o en contra de nuestro bien. Cada uno escoge. 

martes, 9 de febrero de 2016

Te echo de menos.

 No deseaba perderte así, por necesidad. No creí que te hiciera daño mi sola presencia. No me di cuenta de cuán importante era que yo sintiera algo por tí, algo parecido a lo que tú sentías.
Lo siento mucho. Siento mucho haberte hecho daño. Me has dado tanto, es injusto que yo te haya devuelto la demanda de no querer perderte.
Soy hombre, me gustan las mujeres. Me gustas tú. Te quiero en mi vida. Tú has conseguido lo que nadie. Has conseguido que mirase en mi interior, que me empezara a hacer preguntas, que comenzará a buscar por qués. Sin tí puede que no hubiese detectado esas pequeñas incoherencias de mí vida. Te quiero. No como tú. No sé por qué no llegué a enamorarme de tí, puede que fuesen mis conceptos, mis miedos sobre ellos, y que simplemente no haya aprendido a enfrentarme a ellos. Puede que sea un cobarde. Con todo;  y aunque causa estrago el reconocerlo, acepto que algo en mí no va bien. Pero lo que realmente me hace daño ahora es saber que te he perdido y no sé si volveré a encontrarte. Sé que ahora sueñas con que suceda algo y descubra que en el fondo te quiero. Pero no puedo, no puedo; y antes de pedirte que no te alejes de mí me alejaré yo por tí. No lo haré porque yo quiera. Sabes que lo hago porque deseo que estés bien. Sabes que no me gusta la idea de perder en mi vida algo tan valioso como tú. Pero lo hago porque hacerlo te dará la oportunidad que yo no pude darte. Te quiero. Ya no sé definir lo que siento, sólo sé que mi forma de demostrarte ese cariño y respeto que te tengo es esta. No puedo luchar por algo que no me convence. Y esta relación no me convence, y no es por tí, porque sé que has estado dispuesta a dar más de lo diste; es por mí. Porque yo no sé si sobreviva a tu constante cariño. Me quieres demasiado. Y yo no puedo quererte así. Me siento menos a veces, porque no tengo para darte, y tú me das tanto. Guapa. Me gustas cuando callas...recuerdo ese verso; aunque tú no callas mucho. Sonrío.
No sé lo que descubra en el camino. No sé qué me depara el futuro. No sé siquiera si podré amar a alguien. Sólo sé que serás dueña de mis pensamientos más de una noche, y que el recuerdo de tu voz, de tus manos acariciándome la espalda me quitarán el sueño alguna que otra madrugada. Te quiero. No me pidas que te quiera como tú. Sólo recuerda que a mi manera yo también te he querido. Ojalá no me olvides. Mira mis fotos. Sé que querrás hacerlo al menos al principio de esta lejanía, por eso te las envié. Porque deseo que no te enamores más de mí; pero por Dios, no me olvides.
Te quiero.

miércoles, 3 de febrero de 2016

De autocontrol...


-Me encantaron tus manos, anoche no pude decírtelo.- Ella sonreía mientras leía el WhatsApp. -Me apetece mucho volver a verte, me encantó conocerte. 
-Ah, gracias. Ya quedaremos otro día. - Respondió alegrándose. En el fondo a ella también le había gustado.
-Debo confesar que tuve ganas de besarte. -Continuó él-tienes unos labios preciosos. 
Ella tropezó con la escalera eléctrica y tuvo que hacer malabares con el móvil para que no se cayera. 
-Vaya- contestó rápidamente cuando recuperó el equilibrio. - Pues haberme besado- escribió y envió. 
Esa noche ella tocaba su puerta y cuando él abrió la recibió con un abrazo muy cariñoso. Casi fraterno, definiría ella. 
-No pensaba venir.
-Pero estás aquí. Siéntate.... Qué guapa eres.
-Lo dices sólo porque quieres liarte conmigo, se lo dirás a todas.-pensó ella. Y respondió: Gracias, tú no estás mal.
El se acercó, ella sintió eso que se siente en el estómago, en el pecho, en la garganta cuando un hombre que te gusta se acerca para besarte por primera vez y disfrutó de aquel beso tan tan tierno como apasionado. La levantó en brazos y la llevó a su habitación. 
No estaba tan convencida de lo que iba a hacer. Pululaban ideas contradictorias en su cabeza. Pero se dejó llevar por lo que sintió cuando de pronto él le sujeto con fuerza las manos contra la cama y empezó a besarle el cuello.

¿En qué desembocan este tipo de pasiones?
Vivir el momento es sólo eso. Se disfruta,  se explota de placer y posteriormente se siente un poco de vacío que se intenta llenar de mil formas diferentes, generalmente con más actividades, es un no parar; pero como todos lo hacen, parece normal.
Si me replanteo la vida, no quiero actuar como todo el mundo sólo por seguir una corriente ; hay consecuencias que dejan secuelas. Nos dejamos herir las emociones continuamente y así vamos por la vida creyendo que todo va bien con nosotros, con el mundo, cuando en realidad algo falla y no sabemos qué es. Paremos un poco a pensar. 

Es posible ser tu mejor versión

"CADA SER ES UNA ESENCIA DISTINTA".

Espero que a través de este blog, alguien pueda vivir unos instantes de introspección conmigo.

"Eres único/a, un reflejo de Dios en este mundo, comparte todo lo que tengas, recibirás con creces; ama, no dejes de amar; aunque sientas que no te aman; vive intensamente, crece libre, siente paz; la vida es hermosa aun con sus perplejidades.

Tampoco olvides: En cualquier situación siempre serás importante para alguien".



Pensamientos

Datos personales