domingo, 31 de enero de 2016

Heridas.

-Quiero que me regales la ilusión de tu compañía,  la certeza de tu mirada y la posibilidad de sentirme correspondido.
-Quisiera sentirme libre para quererte; pero lo cierto es que vivo atrapada en un sentimiento  insulso y anodino que no tiene nombre, un sentimiento de desazón frente a eso que solicitas de mí. Sé que eres lo mejor que podría pasarme, mi mente reclama tu presencia sabiendo que tu corazón es sensible y que me amas; pero mi corazón está lleno de ese extraño sentimiento. 
-¿Quién o quiénes fueron responsables de semejante estado en el que vives, amor? ¿Cómo se puede vivir así?
-Un amor no correspondido, sin duda fue el que me enseñó a dudar de la existencia del mismo y luego mi corazón se convenció de que los amores son ilusiones y las ilusiones son sueños, sólo sueños que pueden romperse dejándote caer en el vil mundo de la realidad del desamor.
-¿Puedo acaso hacer algo para romper semejante hechizo para que vuelvas a tener alas en esa alma tan preciosa que deseo que compartas conmigo?
-No creo que tenga gran solución. Las cosas desde entonces carecen de color, y para no sufrir más me resigné a vivir así. Disfruto de la vida en blanco y negro. A veces recuerdo los colores y los anhelo con melancolía. Pero recuerdo que los amores son ilusiones y las ilusiones son sueños que se pueden romper y vuelvo al gris de nuevo. Aquí vivo segura.
-Querida niña, déjame probar. Déjame usar mis alas para mostrarte lo colorido que puede ser todo. Te prometo que no te dejaré caer. No permitiré que te hagan daño ni te lo haré yo.
-Querido amigo, hay daños que se hacen sin querer y no puedes darme garantías de que no me dejarás caer jamás. Corres mi misma suerte si por amor dejas de ser tú para ser yo. No cuides mi alma, cuida la tuya.
-Al menos déjame intentarlo. 
-Aprecio es todo lo que puedo darte.
-Con eso me conformo. Y es la esperanza la que me incita a acompañarte y a darte lo mejor de mí, incluso al alto precio de no conseguir verte feliz.
-Oh, si lo soy. A mi manera; pero lo soy.
-Déjame. Sólo déjame.
-Me duele leer el final de esta historia. 

sábado, 30 de enero de 2016

Lina (final)

Subió al metro rumbo a Lago, sabía que la encontraría allí, ella era sin duda la razón de esta desgracia. La había seguido más de una vez.
No, Lina no estaba en ningún hospital, era un truco, la habían raptado, eran los espíritus, era el diablo, ese que sentía por las noches a veces, y él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para rescatarla.
Tras su primera conversación con Brigit se alejó y esperó a que se oscureciera. Esa chica de ojos verdes era la misma que le perseguía en sus sueños y llevaba viéndola en el metro más de tres  semanas, una semana después de que dejara de tomar la medicación.
Tenía que encontrar a Lina para celebrar su primer año juntos, para contarle de dónde era, las cosas en las que creía de verdad, lo que le pasaba por las noches desde niño y sobretodo tenía que hablarle de aquella enfermedad del alma de la que se estaba curando sólo porque estaba con ella, razón por la cual había dejado de tomar la medicación que llevaba tomando varios años. Tenía que encontrarla y enseñarle lo que había en esa cajita, seguro que le gustaría el anillo.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando vio que la mujer de ojos verdes se encontró con un amigo en el embarcadero. Los siguió de lejos, esperó a que terminaran de flirtear, de jugar, de revolcarse en medio de unas matas. Se acercó con una piedra y sin dubitar asestó un golpe sobre la cabeza de aquel amigo de Brigit, luego la cogió, la arrastró y en lugar de pedidas de socorro escuchó proferir amenazas de la boca de ella, alucinaciones auditivas, diría algún especialista. Le pudo la rabia, la idea de que le había hecho algo a su Lina. Fue la ira, no fue él, quien le arrebató la vida a aquella mujer.
Llegó a su casa, se duchó, dejó la ropa sucia a los pies de la bañera, y se acostó en la cama. Tenía que pensar, le gustaba hacerlo en la oscuridad; pero se quedó dormido. Y en la penumbra de la noche recibió la visita del miedo, de la ansiedad, de la mezcla de placer y poder que había sentido mientras mataba a aquella mujer. No había sido bueno y lo sabía, porque matar era malo; aunque se hiciera por amor, por recuperar a alguien perdido. Se resignó a su destino. El diablo había venido por él, eso pensaba cuando sentía esas parálisis del sueño. Pero esta vez fue distinto, porque aparte del miedo le comenzó a doler el pecho, un dolor punzante que quemaba y subía hasta su barbilla, se relajó, recordó a su abuela, a la chica que vio bailando cuando aún era un niño, recordó el calor en su espalda de la sangre que corría por ella, recordó que los demonios existen, y luego recordó a Lina, ese fue su último pensamiento cuando el sopor reemplazó al dolor y luego el silencio absoluto al sopor. 
Triste final para Brigit, desafortunado incidente el de Lina, innecesario dolor el aprendido por Emilio a lo largo de su vida.
Pero así es la vida, los infortunios a veces se mezclan con el dolor.

Lina (penúltima parte)

Conoció a Lina en el aeropuerto, lo suyo funcionó desde el principio. Fue un encuentro casual y afortunado. Una chica española de ojos negros, tez muy blanca, mirada dulce y agradable; era bastante delgada; pero tenía un aura atrayente, una facilidad de expresión que le cautivó desde el primer momento. Fueron como el ying y el yang. Tenían que estar juntos. Se enamoró perdidamente de ella, y ella de él. Daba igual lo que hicieran, tenían el futuro comprado con amor. 
Tras un año de estar juntos iba a proponerle que se fueran a vivir juntos e iba a contarle un secreto. Ya habían quedado. Centro Comercial Príncipe Pío, en el Vips de la segunda planta, en su rincón de siempre, a las siete de la tarde, el vivía en la zona de Casa de Campo en uno de esos edificios que se ven pasando por la A-5 y ella por la zona de Moncloa. Una chica activa a la que le gustaba andar en bicicleta a todas partes.
Eran las seis de la tarde y se disponía a salir cuando recibió la llamada. 
-¿Sí? 
-Somos de la policía local. Estamos en Plaza España, verá, hay una chica que ha tenido un accidente y en su teléfono el contacto que tiene marcado para emergencias es el suyo. No lleva documentos. ¿La conoce usted de algo?
-Y¿Lina se encuentra bien? ¿Puedo oírla?.
-Caballero, para darle esa información primero tendría que reconocerla. 
-¿Dónde está? Dígame dónde está por favor.
-La ambulancia la está llevando ahora mismo al Hospital San Carlos. Nosotros iremos en breve para allá. Cuando llegue búsquenos, por favor, por lo visto no tiene buen pronóstico. Tenemos que colgar.
Se sentó en el sofá... 
-No puede ser verdad. Tengo que buscarla. 
A raíz de esa llamada muchas cosas cambiaron en su mente. No entendía por qué el destino le jugaba esa pasada. 
Salió, antes de ir al hospital a reconocer a su Lina, tenía qué pensar en otras cosas.

jueves, 28 de enero de 2016

Lina V

Brigit era una mujer que siempre vestía con pantalones, blusas ajustadas y botines a juego con el cinturon. Le encantaba lucir su condición femenina; pero detestaba los tacones. Blanca, de rostro ovalado, grandes ojos verdes, nariz aguileña y labios carnosos; un lunar en el mentón le daba un toque especial, tenía el pelo corto y con un tinte verde extraño, casi rapado del lado izquierdo y largo del lado derecho. 
Era sábado de tarde y se encontraba sentada frente al lago de la Casa de Campo. La terraza estaba llena de gente, ciclistas que volvían de alguna ruta, parejas jóvenes que habían ido con sus niños, amigos que se reencontraban tras una larga semana de trabajo. 
La presencia de unos pasaba desapercibida por otros, y así todo giraba dentro de la normalidad. Leía un libro. Sacó un cigarrillo de una caja amarilla, lo encendió y se dispuso a fumar cuando un hombre joven, moreno y apuesto cogió una silla de su mesa y se sentó a su lado.
-Buenas tardes.-Dijo con el rostro serio y la mirada ansiosa.
Brigit no supo que cara poner.
-¿Qué se le ofrece?¿Le conozco?
-Puede que no me recuerdes; pero yo a tí sí. Crees que no me doy cuenta de quien eres. Pero te veo todos los días en el metro, bajas en el mismo sitio. Te veo en mis sueños desde hace años y tú lo sabes. No me importa lo que hagas; pero dime ¿Dónde está Lina?
-¿Quién?- respondió ella con tono de sorpresa-. Creo que te has equivocado de persona, ¿estás bien?-añadió al ver que el desconocido empezaba a sudar.
-Deja de fingir y dímelo.
-Perdona; pero  ni sé quién eres, ni sé quién es Lina. Déjame en paz o grito-. Dijo dispuesta a hacerlo. El pulso se le aceleró, empezó a creer que ese hombre tan guapo estaba loco.
El hombre la miró fijamente y le dijo con una sonrisa: No te preocupes,  no tienes que hacerlo, te buscaré más tarde. 
Paso seguido se levantó y se marchó. Brigit lo miró hasta que lo perdió de vista.
-Gente loca-dijo en voz alta; aunque lo suficientemente suave para que no la oyeran, y siguió con lo suyo.

miércoles, 27 de enero de 2016

Lina IV

-Abuela, no me hagas esas cosas por favor-dijo mientras permanecía boca abajo con la espalda descubierta.
-No te muevas-dijo su abuela mientras acercaba una gallina recién muerta a su cuerpo, y dejaba caer la sangre del animal que se sacudía con los últimos estertores que le permitía su cuerpo, sobre su espalda.
El líquido caliente se deslizó lentamente sobre su espalda y su abuela la esparció con una de sus ásperas manos.
-Está caliente, abuela.
-La sangre tiene que estar fresca, Emilio, los dioses sólo aceptan ofrendas frescas, y la tierra recibe mejor ese ofrecimiento también, sólo así te curarán del miedo que te tiene enfermo y sólo así ahuyentarán al diablo y nos dejará tranquilos.
Creía en el diablo porque eso le habían enseñado y días atrás había vuelto a sentir su presencia, se había repetido varias noches a través de sueños, o con ruidos donde no se veía a nadie. También le había sentido respirar muy cerca de él cuando estaba frente al espejo; pero no había visto a nadie.
Subió al metro y mientras viajaba otra imagen vino a su mente. Era una chica muy guapa de ojos verdes y alegres, sonrisa y mirada coquetas, con el pelo liso y  largo hasta la cintur; llevaba un vestido que dejaba ver su figura. Le llamaba la atención todo y que fuera tan blanca de piel, pues allí todos, incluido él, tenían la piel morena. Aquella muchacha bailaba al son de una música que él desconocía en medio de todos los que la observaban dando palmas. Era una celebración de domingo y era la primera vez que la veía.
-Es muy guapa-afirmó su abuela.
Él guardó silencio sin separar la mirada de aquella cosa tan bonita.
-Pero no te debes fiar de las apariencias, las apariencias engañan, hijo-continuó-Esa chica lleva el mal consigo. ¿Crees en el diablo? Yo también-dijo, sin esperar respuesta- y diría que esa es una de sus hijas.
A partir de ese día empezó a verla a menudo en sus sueños, algunos eran eróticos, otros eran simples pesadillas. Se acostumbró a ellos. Pero cuando conoció a Lina, todo cambió.
Abrió los ojos y cerro los párpados con fuerza para quitarse esas imágenes y centrarse en su cometido.



martes, 26 de enero de 2016

Lina III

-¿Sí? Diga-. Se quedó perplejo mientras escuchaba la voz que le hablaba desde el otro lado.
Adoptó un aire de sorpresa, luego de seriedad, mientras asentía con la cabeza.
-¿Y Lina, se encuentra bien? ¿Puedo oírla?
La voz se explayó al contestar. El aire de seriedad que había adoptado le cambió por uno de enfado.
-¿Dónde está? Dígame dónde está por favor.
La voz volvió a hablar, tardó medio minuto y la llamada se cortó. 
Lentamente se sentó en el sofá, separó las piernas, apoyó los codos sobre ambas rodillas y se sujetó la cara un buen rato. Las lágrimas comenzaron a rodar por su apuesto y huraño rostro.
-No puede ser verdad, tengo que buscarla. 
Esa tarde habían quedado para celebrar su primer año juntos como novios. Había decidido decirle la verdad acerca de muchas cosas acerca de las cuales no había sido del todo sincero. Sabía que ella lo adoraba y sabía que le perdonaría; aunque había algo que le hacía dudar, tenía miedo de que ella no le comprendiera, temía su rechazo. Era bueno para mentir, muy convincente. Pero decir la verdad era otra cosa.
Se secó las lágrimas, se puso de pie y se quedó quieto, tras unos segundos, se fue al baño y se miró al espejo, sonrío, se pasó la mano por el pelo, respiró, sacó de su bolsillo una pequeña llave y abrió un pequeño cajón que tenía cerrado, cogió una cajita pequeña, la miró detenidamente, se volvió a mirar en el espejo y guardó la cajita en el bolsillo. 

lunes, 25 de enero de 2016

Lina II

Una noche extraña, la ciudad estaba quieta y él caminaba rumbo a su casa después de haber matado a esa mujer. Su mirada irónica mezclada con algo de odio era un cuadro que no podía quitarse de la cabeza mientras avanzaba con paso firme.
-Te voy a perseguir- le había dicho ella -.Si me matas mi alma te buscará día y noche hasta encontrarte y cuando lo haga sentirás miedo y resignación porque no te dejaré vivir, no sabes quién soy yo ni a qué te enfrentas.
-¿Dónde está Lina?-Había gritado él mientras la sujetaba por los hombros contra el suelo tras haberla golpeado varias veces.
-¿Crees en el diablo? Él es el dueño de Lina. Si quieres saber dónde está tendrás que hacer un pacto con él.
La rabia le había superado y levantando la mano la había golpeado hasta que perdió el conocimiento, entonces la sujetó fuerte por el cuello mientras la sacudía gritando, dónde está, dime dónde está. Cuando se dio cuenta de que ella no iba a responder más se levantó. No tuvo intención de cubrir el cuerpo con hojas o enterrarla en algún sitio por donde no pasará gente. 
-¿El diablo?¿en serio?-habló consigo mismo. 
Las manos le temblaban, las piernas le pesaban, sentía sus latidos en la cara, en el cuello,en las muñecas. Sabía a dónde iba; ya no le importaba nada.
Tenía los zapatos y los pantalones sucios de tierra, y en las mangas de su camisa habían manchas de sangre con la huella de los dedos de Brigit.
Ya casi llegaba a Madrid Río. La Casa de Campo siempre estaba oscura excepto las noches de luna llena. Era un lugar que invitaba a quebrantar las normas de la moralidad en cualquier otra situación; pero en ese momento sólo le invitaba a huir. Sólo caminaba, no podía pensar con claridad. Llegó a una barrera que impedía el paso de los coches y giró a la izquierda en dirección a Príncipe Pío. En el camino había visto a varias mujeres ofreciendo sexo a cambio de dinero. Habría parado; pero no podía. Otras labores urgían.

domingo, 24 de enero de 2016

Lina.

Algo lo despertó. La sensación de estar acompañado cuando no había nadie más en casa. No sé oían ruidos; pero alguien o algo permanecía cerca de él. 
-Son imaginaciones mías-se dijo e intentó girarse en la cama. 
En ese momento se dio cuenta de que el cuerpo no le respondía. Una oleada de sudor frío con calor le recorrió desde el pecho hasta llegar a las piernas. Intentó moverse de nuevo. La presencia seguía ahí,  a su lado; pero no lograba ver nada. Sólo podía mover los ojos. El corazón empezó a palpitar con fuerza, como cuando salía a correr y subía una cuesta. Ahora su instinto de supervivencia despertó el deseo de huir de aquel alguien o algo que lo estaba paralizando, que tenía ese poder. Luchó por moverse nuevamente y casi lo consiguió cuando sintió que la manta que le cubría era arrastrada hacia los pies de la cama. 
-¡Dios!-pensó, creyendo que ese grito silencioso le salvaría. 
Todo amago por huir era inútil. De pronto la presencia se acercó a él, y cuando respiró cerca de su oído pudo percibir un olor desagradable.
-Esto no es real-le dijo su consciente.
En ese momento intentó luchar una vez más, sintió que le dolían los músculos de lo tensos que estaban. La respiración de aquella cosa resoplaba en su oreja. El miedo era brutal y ya no pudo pensar más. Cerró los ojos y se abandonó ante la resignación. Creía en el diablo, creía en los fantasmas y él no había sido bueno. Quizás se merecía ese final.
De pronto sus latidos ralentizaron. Se relajó esperando que aquella bestia o lo que fuera que ahora se había posado en su pecho y lo aplastaba, le diera fin. Y eso fue lo que pasó...

viernes, 22 de enero de 2016

Carta de amor.

Así te miraba cuando viniste al mundo, como lo miras tú ahora. Tus ojos reflejan ternura, miedo; pero más que miedo alegría, satisfacción,esperanza.
-Te quiero - has susurrado para no despertarle. 
-Es tan pequeño-me dices.
Y yo te miro y sonrío intentando contener tanto amor, tanto.
Serás feliz, mi niña, siempre serás mi pequeña. No he sido lo perfecta que quise ser para tí; pero te veo hoy y en silencio aplaude mi alma, llora de ilusión mi corazón y se regocija por el hoy, porque es tan inmenso ser madre, es tan profundo querer, y bregar, y darlo todo por el fruto de un amor. 
-Tengo miedo, mamá- me has dicho, y una lágrima ha corrido por tu rostro. 
Y yo te entiendo, querida. Hoy tú eres yo cuando te tuve en mis brazos por primera vez.
Te he abrazado y te he dicho que lo harás bien. 
Te quiero, te he dicho. Y a tí también, le he dicho bajito a mi nietecito.
Ambas lo haremos bien.

jueves, 21 de enero de 2016

Disparidad.

-Echo de menos tenerte conmigo...y dentro de mí. -Susurró para sus adentros mientras él la abrazaba tan cálido, tan protector,  tan él, cómo siempre había sido desde el primer día.
-Me encantan tus abrazos - Dijo, esta vez en voz alta.
-Y a mí los tuyos.- respondió él, con su voz pausada, mientras la miraba tiernamente a los ojos y procedía a darle un beso en la frente.
-Ahora ya tenemos una historia. Aunque he de reconocer que no me resulta fácil hacer esto.
-A mí tampoco. Y menos si te tengo así. 
Ella sonrió y puso una pequeña distancia entre sus cuerpos.
Tres años después de haberse dado el primer beso  habían descubierto sus dispares formas de ver la vida. Ella no podía estar sólo con él y él prefería estar solo.

miércoles, 20 de enero de 2016

Dos desconocidos II

Excitada por la emoción de haber bajado donde no debía, excitada porque deseaba que aquel desconocido que la había mirado con tanta osadía y descaro, revelara sus intenciones. 
Saliendo de la estación él le dijo muy bajito: Tengo el coche en el descampado.
Qué casualidad, pensó ella, y asintió con la cabeza mientras él la atrajo hacia sí con un ademán muy habil, y cuando la tuvo en frente rodeó con un brazo su cintura y con la otra mano la cogió del pelo con suavidad, luego la acarició la cara y  seguidamente se acercó lentamente a su boca. 
Llegaron al coche, un Seat Ibiza negro. Subieron al asiento de atrás. Olía a lavanda. 
Se besaron apasionadamente,  se mordieron los labios y adormecieron sus lenguas mientras sus manos hacían otras labores. No se preguntaron sus nombres. Ella decidió dejarse llevar por el deseo. Él, acelerado, se excitaba cada vez más viéndo estremecerse a aquella desconocida de cabellera larga, caderas anchas y muslos prietos con cada movimiento. 
Consumaron el acto aquella noche de otoño dejando en ambos cuerpos el deseo de volver a incurrir en el hecho cualquier otro día bajo la sombra de la medianoche.

martes, 19 de enero de 2016

Dos desconocidos.


Iban sentados el uno frente al otro. La lastimaba agradablemente con el deseo en su mirada. Tantos tópicos, tanto reparo en las formas no la dejaban pensar con claridad en lo que su cuerpo demandaba ante esa mirada. Habían tres personas sentadas cerca y él era un guapo desconocido. 
-Sabes que podríamos bajar en cualquier estación y....
-Lo sé, lo sé; pero no me atrevo- respondió ella también en silencio. 
Bajaron sin mirarse en la siguiente estación. El corazón le latía a mil, sentía miedo y muchas ganas. 
Era muy tarde y en aquella estación sólo había un hombre que llegó corriendo a las puertas del vagón justo cuando se estaban cerrando. La oscuridad y el sosiego de la noche invitaba a transgredir todas las reglas de la modestia y del decoro que había aprendido. Estaba casi excitada cuando salieron por la única puerta del metro de Lago.

lunes, 18 de enero de 2016

Sí quiero.

Sus grandes ojos azules y su mirada profunda intentaban disimular la tristeza de su corazón; aunque todo su cuerpo lo rezumaba. 
-¿Quieres casarte conmigo? 
-Sí-había respondido. 
Su corazón entonces se llenó de ilusión. 
-Sí quiero ¿Cómo no iba a querer?. Me gustas, eres mi mejor amigo y compañero, te quiero, sabes bien que podría pasarme el resto de la vida contigo; aunque no nos casáramos. 
-Lo sé. Pero quiero hacerlo bien, quiero que lo hagamos bien.
Ahora estaba allí, sentado en uno de los escalones del acceso al hospital. Su corazón no terminaba de asimilar la noticia. La gente que le había acompañado, esparcida en pequeños grupos lo miraba desconsolada y hacían toda serie de comentarios. 
Un accidente. Un conductor ebrio había puesto fin a diez años de entrega, sacrificio, amor y a seis meses de ilusión, el día de su boda.

jueves, 14 de enero de 2016

Paradojas.

"La noche está estrellada y tiritan azules los astros a los lejos..."
Pablo Neruda.
Al igual que él elevo la mirada al cielo, callo, observo, siento, percibo, vivo, imagino, recuerdo.
Tú a mi lado, tú conmigo sin mí. 
Te amo tanto, vida, cariño, amigo, amor. No imagino mi vida sin tí; aunque no me imagino contigo. En el silencio de la noche siento que estás conmigo; aunque en el mismo silencio carezco de tí.
Mis pensamientos te acompañan de día; pero tus pensamientos están lejos de mí.
Tu cariño y el mío son distintos. Pero son cariño al fin y al cabo. Tú amas la vida, yo te amo a tí.
Amarte hace que todo sea más dulce y amarte hace que me duela el alma sabiendo que no hay amor a cambio. Pero te amo. Y sólo por eso dejo que vueles, que seas libre. Tu autonomía me hace feliz y me conformo con tu amistad. Sé amar. Y sé que así como te amo hoy, como te amé ayer, algún día podré amar a alguien más. 

                                                                  Siempre tuya.
                                                                                             Yo.

ADICCIONES

Trabaja en un centro para drogodependientes.
La rutina la envuelve tranquila, serena, segura, como suele ser la mitad del tiempo. Nada fuera de lo común después de la sobredosis de las once, incluso la usuaria que entra a las tres de la madrugada parece poco distinta al resto de gente; no obstante es nueva, y eso sí que llama la atención. Cuando viene alguien nuevo se nota. 
De pronto nace en ella o en su otro yo el deseo de hablar con la nueva. Se levanta de su asiento, sus compañeros están hablando de política. Se acerca a la chica midiendo primero el tiempo, luego las formas, observando cada uno de los movimientos en su nuevo objetivo, se ve seria; pero en el fondo sus ojos rezuman angustia, tristeza. Sí, se dice a sí misma, puede que yo haya sentido lo mismo alguna vez. Se anima, le sonríe a la chica nueva y le hace algunas preguntas, todas de tipo profesional, preguntas simples, la nueva se llama Ana y contesta desesperada.
-Hace un año no consumo por vena- le dice Ana -¿Me puedes ayudar?.
Raissa le sonríe, empatiza con ella, con su necesidad, siente pena; pero  sabe que no puede hacer mucho como médico, y menos en los pocos minutos que le otorga la usuaria, así que decide simplemente ser persona.
-¿Qué has bebido?
-Ron, me han invitado un poco los colegas.
-Eres una chica guapa, ¿por qué estás aquí?
-Es una larga historia- contesta rápido- no daría tiempo ahora.
-Si quieres puedes resumir, yo escucharé lo que me quieras contar.
Raissa la mira sintiéndose un poco incómoda porque no sabe qué cosas puede contarle la nueva; pero como ha decidido ser sólo persona, se relaja y le sonríe.
-Yo era profesora de matemáticas, ¿sabes? era muy inteligente. Y además pertenecía a una buena familia. Mis padres han intentado ayudarme; pero no me entienden. Seguro que no me crees. Nadie me cree.
-¿Has hablado con muchas personas de ésto?
-No con muchas, la gente no te sabe escuchar, sólo te dice lo que debes o no debes hacer, como si fuera tan fácil. Ellos no saben por lo que yo he pasado y creen que señalándome un camino lograrán que cambie de la noche a la mañana, como si fuera cuestión de sólo querer. Claro que quiero dejar las drogas, llevaba sin consumir un año por vena; pero lo he visto. He visto a mi hijo.
En silencio, mientras escucha a Ana, su mente empieza a divagar en la frase “ellos no saben por lo que yo he pasado” y por un instante recuerda aquel primer y único intento por dejar de existir, cuando no soportaba la idea de seguir viviendo, simplemente no podía controlarlo,  todo carecía de sentido.  
-Creo que tú tampoco lo entiendes- La voz de Ana llama su atención.
-No creas, caras vemos, corazones no sabemos-dijo sonriendo-. Dime ¿por qué al ver a tu hijo te ha vuelto la ansiedad de consumir por vena?-preguntó Raissa, haciendo el esfuerzo por recordar lo que le había contado hace apenas unos segundos.
-He perdido a mi hijo. Me lo han quitado- y las lágrimas empiezan brotar a borbotones; pero  se controla y sigue hablando. Le cuenta una historia triste que empieza mal y acaba mal.
-Ana, siento mucho no poder comprenderte del todo, yo no he vivido las cosas que tú has vivido. Yo no he perdido un hijo. Pero si quieres volver a verle, sabes que esto no es lo que necesitas. No puedo hacer más que escucharte, y mi forma de ayudarte es recordarte que dentro de tí existe algo que es más fuerte que las drogas, sobretodo porque llevas sin consumir mucho tiempo, se llama fuerza de voluntad, búscala, esa fuerza es la que puede ayudarte. Y "no sólo el esfuerzo es importante, también lo es la paciencia". Sé que nada se soluciona de un día para otro; pero te animo a pensar en aquello que más quieres, tu hijo.
-Lo sé, sé que si consumo hoy me voy a enganchar de nuevo- y no para de llorar-pero me han quitado lo único que yo amaba y no tengo fuerzas.

No sólo el esfuerzo es importante, también lo es la paciencia, piensa Raissa. ¿Lo he dicho yo?-se pregunta en silencio. Y esa frase cala hondo en su mente, no, no lo ha dicho ella, lo ha dicho su otro yo, y ella también necesitaba oírlo, es verdad, y es que hace unos días había vuelto a pensar en que necesitaba dormir, dormir; pero no como siempre, sino dormir para no volver a despertar. Nadie más conoce sus pensamientos.
-No sé qué decirte, Ana, la decisión es tuya.
Allí mismo, en frente suyo hay una chica nueva que demanda su atención, "los borrachos no mienten", piensa, aquella joven ha clamado ¡necesito cariño!, ¡necesito aceptación! ¡no necesito drogas!, Raissa quiere llorar, quiere decir lo mismo, ella también siente hambre de cariño; pero calla, no es el momento. Ana se levanta de la camilla, está a punto de irse, no han hablado mucho, quiere quedarse; pero un amigo la espera.
-Me has tratado como a una persona, no como a una yonqui-dice Ana con la mirada en el suelo.
-Es que eres persona.

Raissa la entiende en su necesidad y piensa que ella también tiene sus drogas, y sólo cuando las usa se siente bien, más que bien. Sólo cuando usa sus drogas su mundo cambia y con su mundo, ella. Recuerda el último vestido que estrenó y su lencería de seda, piensa en su colgante de Swarosky, en su brazalete a juego, en ella frente al espejo. Esa es una de sus drogas.

-Piensa en tu hijo, hazlo porque él te necesita.
-Por el estoy dispuesta a dejarlo todo... Eh, una cosa más-y las lágrimas saltan de nuevo de sus ojos- ¿puedo abrazarte?.
-Claro, mujer.
Ana se va, no ha entrado a las cabinas, no ha consumido droga. 
La noche se lleva el rastro de la chica nueva, y el corazón de Raissa se siente ligero, algo ha acontecido, alguien le ha hablado: Raissa, no sólo el esfuerzo es importante, también lo es la paciencia. Quiere llorar; pero no de tristeza sino por todo, pero no llora, sonríe porque alguien ha sonreído por un segundo sintiéndose aceptada, y ha sido ella quien lo ha propiciado, las lágrimas corren por dentro, la ambivalencia se desata, sentimientos de ternura y complicidad para con la nueva que acaba de salir del centro, rabia y soledad porque esa es su realidad; y a la vez un sentir que hacía días no tenia, el de utilidad. Alguien la ha abrazado esa noche, ha sido un abrazo escueto e insulso, temeroso; pero un abrazo al fin y al cabo, y hace mucho nadie la abrazaba de verdad con gratitud ni sin ella.
Quedan pocas horas, al salir de guardia, dormirá como un lirón y la noche siguiente, que es su noche libre, quedará con alguien nuevo que acaba de conocer por el amigo de un amigo, irán a algún restaurante bonito y lujoso. Su nuevo vestido rojo la está esperando en el armario junto a la lencería de encaje nueva  que aún no ha estrenado. Se pondrá aquel  vestido con corte de sirena, que dejará mostrar sus atributos de mujer, hará uso de su encanto, aquel encanto que sus compañeros no conocen, explotará su lado sexy intentando cautivar a su acompañante, sólo porque eso le da poder, sólo porque en esos instantes ella toma el control de la situación. 
Sí, quedará, se subirá en esos tacones que le añaden quince centímetros a su metro setenta de estatura y vivirá una vez más el saberse deseada. Caminará contorneando sus caderas con el grácil movimiento de los felinos cuando se aleje hacia el baño, cuando camine hacia el bar o mientras suba las escaleras. Nuevamente será una diosa.  Esa es la droga que le otorga placer. La mezcla de las diferentes sensaciones que vive en una noche de despilfarro de feminidad. Esas sensaciones son su heroína y su cocaína.

lunes, 11 de enero de 2016

TE PERCIBO.

Acabo de conocerte, te observo sin que te des cuenta, miro tu pelo alborotado, quieres conservarlo largo, te gusta, las chicas femeninas llevan el pelo largo; no obstante a veces no sabes qué hacer con él. Ese aire desenfadado llama la atención de algunos hombres, vas al natural, sin preocuparte del todo de la apariencia externa. No se te ha ocurrido pasarle la plancha a tu pelo, comprarte alguna horquilla o algún elemento que lo sujete con estilo. No, tú eres así, y eso te hace especial, la forma en que llevas el pelo. Sigo observando. Tienes los ojos grandes, curiosos, inquietos. Lo bastante quedos para mirar con atención lo que te gusta o lo que quieres mirar. Miras de refilón, ágil, captas el total de las cosas sin detenerte en los detalles, quieres esa banda que ves para llevar tus geles cuando sales a correr, quieres "esa bici de montaña", "esos cascos son bonitos"; los precios no. Lo miras todo rápido para no desencantarte porque tus manos no pueden llevarse todo lo que tus ojos ven y quieren. Tus manos se sujetan la una a la otra continuamente, entrelazas los dedos en algunos momentos, se sienten frustrados porque saben que no debes mirar más. Te cuidas las uñas de vez en vez, las maquillas, te gusta llevarlas así; pero se te olvida repasarlas, a veces las muerdes pensativa, cuánto piensas.
Llevas unos botines muy prácticos, unos vaqueros ajustados que permiten ver que estás muy bien tonificada. Y es que te gusta que lo sepan. Sí, eres casi una profesional, me dices; ríes mientras lo comentas, no quieres que piense que eres vanidosa; pero se percibe cierta satisfacción en ese tono que utilizas y en tu mirada, estás orgullosa de tu nivel; aunque quieres más y hay algo que te frustra en ese momento. No puedo percibirlo todo. No leo la mente, sólo te observo. Tu bolso también dice mucho de ti. Te gusta ir cómoda en general.
Cariñosa, y demandante sutil de cariño y atención. Lo supe cuando levantaste los brazos para saludar a tu amigo y con qué efusividad le diste un  par de besos. ¿Qué puede encerrar un saludo así?. Aprecio, respeto, confianza, gratitud; quizá más, o no.
Te consideras “pobre” en ese momento. Sí, es lo que tiene llegar a fin de mes. Pero intentas no pensar. Ya piensas demasiado.
Así, rápida, ha sido un verte y no verte. Te vas, te despides antes. Me dejas una sensación triste. Percibo una gran necesidad en ti. Y me quedo pensando en qué podría ofrecerle yo a una casi desconocida para incrementar su alegría. Y se me ocurre algo. Pero no será posible. Sin embargo, a la vuelta de la esquina la vida te estará esperando con una gran sorpresa, algo que necesitas más que los geles o la bici, el amor.
 

viernes, 8 de enero de 2016

Y los retos?

Amo la satisfacción que tengo cuando tras un gran esfuerzo llega el momento de disfrutar de los logros. 
No siempre ha sido así. Pero últimamente, sí. 
Tengo varios propósitos para este 2016. Por eso he decidido que la mejor manera es evaluarme día a día. 
Acabo el día:
 -Meditando en las cosas que he hecho.
- Observando en qué he fallado y preguntándome si es posible mejorar al día siguiente. 
- Planificando lo que voy a hacer al día siguiente. 
-Agradeciendo por la oportunidad de haber tenido un día más para poner en marcha esa maquinaria tan complicada, a la que a veces no prestamos atención,que es la mente.

Existirán miles de formas de alcanzar tus metas. Yo he escogido ésta para empezar el 2016 y en ello andamos. A fines de enero, veremos qué tal seguimos...siempre, con alegría! 

jueves, 7 de enero de 2016

Necesitas descansar...

Y el cuerpo y la mente, cansados, intervienen en medio del bullicio de los pensamientos más profundos. Dan señales: lanzan dolores de cabeza, algún dolor de estómago, de vez en cuando un tic...
La mente tan extensa como un desierto, tiene miles de rincones desconocidos; y muchos de ellos no saben de la existencia de los otros. Por eso te cuesta darte cuenta de que a veces se agota y necesita parar.
Pero no sólo es ella. El cuerpo también se cansa. 
Date un respiro. No todo es trabajar para otros. Revisa esos rinconcitos de tu mente de vez en cuando. Sonríe a tus ideas, a tus habilidades. Eres especial. Quiérete. Cuídate. Mímate. Ámate... Por eso, descansa cuando tengas que hacerlo.

miércoles, 6 de enero de 2016

Percepción de la vida, cómo crecemos

¿Quién dijo que sólo en los colegios,el instituto y las universidades se aprende?
Que va. El aprendizaje más intenso se consigue escudriñando la vida, dejando que ella te escudriñe a tí y te enseñe cuál es tu mejor versión. 
La vida es infinita porque cuando una se acaba, miles de vidas siguen llegando. Por eso cada cosa que vivas, cada cosa que descubras, alguien la habrá vivido y descubierto antes que tú. Aún así seguirá siendo la mejor escuela. Precisamente porque es la materia que no todos aprueban. No todos aprenden las cosas que deberían aprender. 
Hazlo tú. Mira la vida. Descubre la vida. Vive la vida. Hazla tuya intensamente. No permitas que los miedos te frenen. La vida es bonita porque, mientras la vivas con frenético equilibrio,  poco a poco te enseñará esas cosas que no se aprenden en los ciclos académicos: Amar a los demás tanto como a tí, bondad, paciencia, fe, más amor, entrega, complicidad con los que descubres que se parecen a tí y un sin fin de cosas que no voy a describir, porque, oye, cada uno aprende de modo distinto. 

martes, 5 de enero de 2016

El tiempo pasa y no se detiene...

Hay tanto que decir, tanto por hacer...se nos queda corto el tiempo.
Hasta hace un mes, la tónica era la misma. Soñar, desear, ilusionarme, más soñar y más desear. Entonces entendí que las cosas debían cambiar. El tiempo pasa y no se detiene, y yo tengo la opción de dejar que el tiempo transcurra y dentro de dos años estar en el mismo sitio, sólo que dos años más vieja; o hacer algo con mi tiempo y conseguir que los años de mi vida transcurran de manera diferente en pro de algo en concreto que con paciencia, esmero, esfuerzo, algún que otro sacrificio pueda alcanzar. 
Así que simplemente he decidido y empezado a currar en pro de ese algo en concreto.  Y tú? 

Es posible ser tu mejor versión

"CADA SER ES UNA ESENCIA DISTINTA".

Espero que a través de este blog, alguien pueda vivir unos instantes de introspección conmigo.

"Eres único/a, un reflejo de Dios en este mundo, comparte todo lo que tengas, recibirás con creces; ama, no dejes de amar; aunque sientas que no te aman; vive intensamente, crece libre, siente paz; la vida es hermosa aun con sus perplejidades.

Tampoco olvides: En cualquier situación siempre serás importante para alguien".



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