-Echo de menos tenerte conmigo...y dentro de mí. -Susurró para sus adentros mientras él la abrazaba tan cálido, tan protector, tan él, cómo siempre había sido desde el primer día.
-Me encantan tus abrazos - Dijo, esta vez en voz alta.
-Y a mí los tuyos.- respondió él, con su voz pausada, mientras la miraba tiernamente a los ojos y procedía a darle un beso en la frente.
-Ahora ya tenemos una historia. Aunque he de reconocer que no me resulta fácil hacer esto.
-A mí tampoco. Y menos si te tengo así.
Ella sonrió y puso una pequeña distancia entre sus cuerpos.
Tres años después de haberse dado el primer beso habían descubierto sus dispares formas de ver la vida. Ella no podía estar sólo con él y él prefería estar solo.
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