Algo lo despertó. La sensación de estar acompañado cuando no había nadie más en casa. No sé oían ruidos; pero alguien o algo permanecía cerca de él.
-Son imaginaciones mías-se dijo e intentó girarse en la cama.
En ese momento se dio cuenta de que el cuerpo no le respondía. Una oleada de sudor frío con calor le recorrió desde el pecho hasta llegar a las piernas. Intentó moverse de nuevo. La presencia seguía ahí, a su lado; pero no lograba ver nada. Sólo podía mover los ojos. El corazón empezó a palpitar con fuerza, como cuando salía a correr y subía una cuesta. Ahora su instinto de supervivencia despertó el deseo de huir de aquel alguien o algo que lo estaba paralizando, que tenía ese poder. Luchó por moverse nuevamente y casi lo consiguió cuando sintió que la manta que le cubría era arrastrada hacia los pies de la cama.
-¡Dios!-pensó, creyendo que ese grito silencioso le salvaría.
Todo amago por huir era inútil. De pronto la presencia se acercó a él, y cuando respiró cerca de su oído pudo percibir un olor desagradable.
-Esto no es real-le dijo su consciente.
En ese momento intentó luchar una vez más, sintió que le dolían los músculos de lo tensos que estaban. La respiración de aquella cosa resoplaba en su oreja. El miedo era brutal y ya no pudo pensar más. Cerró los ojos y se abandonó ante la resignación. Creía en el diablo, creía en los fantasmas y él no había sido bueno. Quizás se merecía ese final.
De pronto sus latidos ralentizaron. Se relajó esperando que aquella bestia o lo que fuera que ahora se había posado en su pecho y lo aplastaba, le diera fin. Y eso fue lo que pasó...
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