Ella no sabía que era el fin, pero había escuchado esa frase y sabía que al menos significaba para siempre y para siempre era que no se acababa nunca. No recuerda cuando empezaron a aparecer; pero un día la miró como lo hacía todos los días y descubrió en el rostro de la mujer pequeña algunas arrugas en su frente. No asociaba la muerte a la vejez, en su corta experiencia había visto morir a alguna persona mayor; pero como no la conocía no sabía lo que se sentía. Sin embargo ese día la miró y vio en su rostro algo nuevo aparte de las arrugas, cansancio, tristeza quizá, sensación de soledad. Algo en su interior se removió, sintió desasosiego por primera vez. Sentadas en el corral donde la mujer pequeña tenía sus plantas y criaba a sus pollos y pavos, aquella niña presintió que no estarían juntas para siempre. Unos golpes en la puerta la sacaron de su desasosiego. Eran sus primos que venían a pasar el día. Enseguida dejó de preocuparse y bajó para abrir la puerta. Los niños entraron dando saltitos y riéndose. Traían espadas y escudos. Ese día jugarían a He-man y luego a otros superhéroes hasta que ella, la mujer pequeña con las nuevas arrugas, les llamaría a comer.
Un pensamiento desplaza a otro, siempre es así. Los miedos, las tristezas, la sensación de soledad empiezan a diseminarse en cuanto otras sensaciones empiezan a ocupar la mente, o vamos a decir el corazón.
¿Cuántas veces nuestros niños interiores se llenan de sentimientos de incomprensión, de desasosiego, de miedos infundados? Cuando eso suceda recuerda que ya no eres un niño, ya no tienes la vulnerabilidad de entonces. Somos vulnerables, es cierto, hay que reconocer nuestros punto flacos. Claro que nos pueden hacer daño, personas y circunstancias, la posibilidad viene con el paquete que se llama vida; sin embargo cuando somos adultos tenemos la capacidad de hablar de ello, de gestionar las emociones de otra manera, porque los años enseñan, y si quieres aprender, puedes, estoy segura, vamos, convensidísima. De tí depende reconocer esas emociones incómodas, y decidir qué hacer con ellas. Ánimo! Vamos a vivir cada etapa de la mejor manera!
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