martes, 31 de mayo de 2016

Cómo vivir las pérdidas.

Cuando ella falleció su mundo se desmoronó. No esperaba sentirse culpable por no haber cumplido los deseos de aquella mujer tan generosa.
Pasaron los años y aún recuerda la sensación de tenerla en su vida y entonces la echa de menos.
-Hola, buenas.- dijo mientras entraba a la cocina con un nudo en la garganta.
-Hola!
Se oyó un barullo bajito, "ha venido", "mira ahí está la nieta". Ella siguió de largo. Esperaba encontrar a la familia destrozada, triste por la pérdida. Sin embargo, los halló en la cocina sentados, tomando algo, y sonrientes. No lo entendió. Parecía que estuvieran en otro momento o en otro lugar.
-Hola!.- dijo la mujer de su tío.-Siéntate!
Ella no quiso sentarse, quería llorar, y aquellas personas con esa actitud que ella interpretó como frívola, le quitaron las ganas de llorar. Se sintió malhumorada porque le pareció injusto. Habían vivido en su casa, la casa de la mujer pequeña, durante casi quince años, y prácticamente no la habían sabido cuidar, no habían tenido la delicadeza de llorar por ella. Esto la sacaba de quicio. En su último año tuvo que irse a otro sitio a vivir para sentirse mejor. Sus miedos de quedarse sola sin nada, gracias a ellos, habían regresado. Y le repateaba haber llegado y ver que los vecinos lloraban más que su misma familia.
Pasaron años, muchos años lejos de ellos hasta que pudo entender que cada persona manifiesta su dolor de un modo muy distinto. Comprendió que ellos sentían vergüenza de llorar, y entendió que intentaban ser coherentes con aquello en lo que creían, "la volverían a ver", "ella estaba dormida".
Cuando alguien que uno quiere se va no sólo se experimenta el dolor de la pérdida,  a veces surgen cosas como estas, en la que el respeto tiene que ir por delante.
El dolor tiene otras caras, y esas caras son el resentimiento, la rabia, la frustración, la ira.
Si has perdido a alguien, sabes qué se siente. Y aún así el sentimiento es diferente al de los demás.
Necesitamos mayor empatía, el doble de racionalidad, para que mientras expresemos nuestro dolor, no nos carguemos a nadie por el camino.
El corazón sana cuando le damos tiempo y cuando hablamos suavecito con él...
¡Ánimo con la vida!

jueves, 19 de mayo de 2016

Herramientas en tu mente...

El viento fresco me da en la cara, miro al infinito; aunque sólo esté en mi mente. Me proyecto en el tiempo y me veo bien. Hace poco más de dos años, no era capaz de proyectarme en el tiempo, casi siempre retrocedía al pasado para buscar respuestas a diferentes por qués. Sencillamente no estaba muy contenta conmigo misma. La verdad es que no me gustaba cómo era, y no podía gustarme porque mis estados anímicos fluctuaban demasiado, arriba y abajo. Me enfadaba con facilidad con las personas a las que quería, y luego me enfadaba conmigo misma por enfadarme con ellas, porque quedaba como una impulsiva, poco controlada y eso no me parecía correcto. Siempre he admirado a las personas que saben manejar las situaciones; pero yo no era así.
Había tanto que saber de mí misma. A mí no me servía eso de plantearme ser diferente así por las buenas. Necesitaba descubrir qué me había pasado. Y así, en el camino de viaje al pasado descubrí que había recibido demasiados mensajes negativos, que me había sentido abandonada, sola, rechazada más de una vez, descubrí que mis emociones estaban enfermas porque las personas adultas que debían cuidarme, no supieron hacerlo mejor. Y en ese duro descubrimiento, que a simple vista parecerá una tontería para algunos, me di cuenta de que habían cosas que no le había perdonado a mi madre. No le había perdonado que quisiera quedarse con un hombre que no me quería, no le había perdonado que cuando habían discusiones con ese hombre, ella nunca se defendiera, no le había perdonado que cuando ese hombre me pegó ella nunca me creyera, no le había perdonado que cuando más dolida me encontrara por el trato de ese señor, ella simplemente pensara en lo material, quizá no le había perdonado que me dejara al cuidado de mi abuelita; pero por encima de eso, no le había perdonado que no llorara cuando ella falleció. Cuando murió mi abuelita la que más lo sintió fui yo, fue la que más lo lamentó, o al menos creo que fue así. Es verdad que cada uno manifiesta de diferentes maneras su tristeza; pero no vi derramar ni una lágrima por su parte. Ahora sé que estaba bloqueada, y ahora sé que lloró después y también sé que en el fondo ella tampoco le había perdonado algunas cosas a su madre. No es fácil descubrir que no has perdonado, cuando creías haberlo hecho; pero sin duda alguna, llegar a esa conclusión te da una nueva razón para seguir creciendo. 
-Mami.
-Que!.
-Tú eres la más bonita de todas las mamis.
Quiero quedarme con esa sensación de orgullo, y recordar las cosas buenas que hubieron entre las dos, los buenos momentos, las risas, los cotilleos y las miradas de complicidad, las tarjetas y cartas que nos escribíamos a veces diciendo lo que sentíamos porque no sabíamos de qué otro modo hacerlo, o con aquella sensación de compañía cuando subíamos caminando la cuesta a casa y yo me abrazaba a su pierna cuando me cansaba. Quiero quedarme con las cosas buenas, porque siempre habrán cosas buenas por recordar, y siempre habrán razones para sonreír y reír recordando.
¿Y tú? ¿Cómo van tu vida y tus emociones? ¿Hay algo que debas perdonarle a alguien que amas? ¿Has descubierto por qué eres cómo eres y estás contento/a? o ¿hay algo en tu vida que quieras cambiar y no sabes cómo hacerlo? ...en cualquier caso, desde mi limitada experiencia, puedo decirte que tu vida puede cambiar, las herramientas para hacerlo están en tu mente! Te animo a que te propongas ser feliz y a que te proyectes en el tiempo y visualices todas las cosas que van a cambiar cuando cambies de actitud!. ¡ÁNIMO!


viernes, 6 de mayo de 2016

Cuando se está acabando una relación...

Miro tus ojos y entro en tu mente.
Entro en su mente y sé que me quiere. Es por cómo me mira.
Me miras dulce, tierno, apacible, con una rogativa que encierra duda; pero que a su vez rezuma cariño y aprecio.
He aprendido a quererlo, a aceptar sus miedos imaginarios y su temor a intentarlo. He aprendido a mirarte sin desear nada más que ese momento. Me enseñaron tus palabras.
Cada cierto tiempo, cuando pensaba con el corazón le preguntaba por qué no podía estar conmigo de manera formal, y sus respuestas eran evasivas, simplemente no podía dar ese paso.
Aprendí a escuchar tus palabras y a sacar la media aritmética de esas palabras más tus actos. Decidí que contigo no pensar con el corazón era lo más adecuado, y aprendí a callar, a hablar con mi corazón razonablemente para que no llorara vez tras vez.
Cambié de actitud con él, y desaprendí muchas cosas para aprender otras tantas.
Le quise. Lo quiero. No hay mejor forma de amar que la de desearle el bien.
Ahora me dices que cambias de idea y quieres intentarlo. Y yo sólo pienso en que me desacostumbré a pensar en que esto podía ser posible. Y ya no sé si yo quiero; aunque sabes que te quiero.
Tú me enseñaste a pensar con la cabeza, me enseñaste a ver la vida de otro modo.
Con él aprendí que la vida vista con la razón tiene un matiz especial y es muy bonita por eso. La gente me dice que me deje llevar, que le de al cuerpo lo que me pide, y en mi experiencia y en la de muchos, hacerle caso a las emociones sólo trae problemas. Y la vida no deja de ser maravillosa cuando se piensa con la cabeza.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Miedos imaginarios

Comenzamos a pedalear y las sensaciones son buenas, me gusta montar en bici y vencer mis propias limitaciones físicas. Pero hoy me frustaré y no sabré por qué.
Hace calor, llevamos varios días quedando para darle a los pedales, soy una globera, así les llaman a los que no montamos en bici con asiduidad, ni profesionalidad. Bajo el calor, de pronto descubro que me estoy aburriendo. Ya he pasado miedo bajando por unos caminos con muchos surcos, y tuve que llevar la bici en hombros una vez. El estrés,el calor y el cansancio me pueden y las emociones se descontrolan. Me enfado y discuto, y creo que sólo es por el calor.
De pronto me encuentro en otro tiempo y lugar. El calor del día y la humedad del clima se sienten en mis brazos. El polvo que levantan los coches al pasar por la calzada sin asfaltar me hacen toser. El ambiente huele mal, a perros callejeros, a niños que no se han duchado en varios días, a verduras podridas que la gente a tirado en la esquina y que con el calor se han descompuesto más, a la orina impregnada en las paredes de algunos rincones donde los borrachos se han bajado la bragueta. Huele mal; pero es un olor conocido para mí, para los míos.  No pensamos en si huele bien o si huele mal; es nuestro entorno, y por ello es familiar para mí; aunque eso no signifique que me guste.
Ese sol abrasador me agota mientras camino esos tres km hasta casa, mis pequeños pies, van intentando no levantar polvo, no me gusta que me entre arena en los zapatos, odio tener la arena entre los dedos, así que he aprendido a caminar levantando los pies. La mujer pequeña me acompaña siempre; camina rápido mientras me coge de la mano. Es la rutina de mediodía. Me canso, me enfado y no sé por qué, no lo pienso, sólo sé que me agoto y que quiero sentarme y beber un poco de agua; pero no hay descanso, hay que seguir caminando porque el agua no es potable y sólo podré beber llegando a casa.

Vuelvo a mi realidad. Misma sensación en distinto tiempo y lugar. Pasan los días y entiendo que a veces simplemente revivimos miedos, miedos imaginarios generados por situaciones límite que vivimos en nuestra infancia y que se arrastran a nuestro lado como un lastre para toda nuestra vida, o al menos hasta que los vemos y decidimos que son miedos del pasado; que existirán otros; pero esos ya no son reales, y entonces, sólo entonces dejamos de actuar bajo los efectos de ese miedo inconsciente. Te animo a que descubras cuáles son tus miedos, y te liberes de ellos.

Es posible ser tu mejor versión

"CADA SER ES UNA ESENCIA DISTINTA".

Espero que a través de este blog, alguien pueda vivir unos instantes de introspección conmigo.

"Eres único/a, un reflejo de Dios en este mundo, comparte todo lo que tengas, recibirás con creces; ama, no dejes de amar; aunque sientas que no te aman; vive intensamente, crece libre, siente paz; la vida es hermosa aun con sus perplejidades.

Tampoco olvides: En cualquier situación siempre serás importante para alguien".



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