miércoles, 27 de abril de 2016

Algo que ocultar...

Hay secretos que hablan solos. Pero sólo algunos saben oírlos.
Marta se sentía dolida porque le habían dado calabazas. Fue en ese momento en el que decidió hacerle caso a Marcos, que llevaba flirteando con ella unos cuántos meses, y a quién no le había dado oportunidad de quedar. Se comunicó con él sabiendo que aceptaría verla. Coincidieron. Ella vivía sola. Una vez en su casa, las cosas fluyeron desde el principio; o al menos eso parecía. Marcos sentía cierta atracción por ella; sin embargo tampoco estaba embelesado, a ella él le daba igual, sólo quería sentirse deseada, quería sentir que le gustaba a alguien; aunque no lograba sacar de su cabeza al que le había dado calabazas. Había pasado mucho tiempo esperando por él y su rechazo fue decisivo para ella. Decidió nunca más sentir nada por nadie que no sintiera nada por ella primero. Hasta el momento lo llevaba bien.
Estaban jugando en la cama cuando sonó la puerta. Se quedó de piedra. Sólo una persona podría acercarse a verla sin avisar. Sin pensar saltó de la cama, le dijo a Marcos que se vistiera mientras ella ya lo hacía y le dijo muy despacito, cierra la puerta cuando salgas, cogió las llaves de casa y salió. Marcos se quedó de piedra; pero hizo lo que ella le dijo.
Lo que ella no supo es que hubieron testigos de aquel suceso. La que se montó después fue una historia que le dejaría huella para siempre.

¿Alguna vez te ha pasado algo similar?
Sea como sea, si eres fiel a tí mismo, a tus principios; si sabes controlar y gestionar tus emociones, si eres transparente a la hora de actuar, no habrá nunca nada que ocultar.
Al margen de las interpretaciones que hagan los demás de tus acciones, decide ser coherente con todo aquello que forma parte de tí. Si te equivocas, recula. Ánimo con esto, no siempre es fácil. Pero sí, posible. Aprendiendo, siempre aprendiendo.

Nota mental: Pensar en las posibles consecuencias de nuestros actos.



sábado, 23 de abril de 2016

La niña, la mujer pequeña y los mensajes negativos.

Aún recuerdo a la mujer pequeña. A veces, tras casi siete años de saber que descansa en paz, por un segundo pienso en que tengo que viajar para poder verla, el segundo siguiente me devuelve a la realidad.
La casa está oscura. Suele ser así los días de invierno. La niña mira por la ventana de cristales sucios a la calle, cuenta a las personas que pasan, llega a veinte y se da cuenta de que la perrita está rascando la puerta y gimoteando con un tono de súplica perruna.
-¡No la dejes salir!-grita la mujer pequeña desde dentro.
-Pobrecita.-dice ella acercándose a la perrita.
El animal deja de rascar la puerta y baja las orejas, ahora tiene un gesto de sumisión total, se ha quedado quieta. La niña le rasca la cabeza, le pasa la mano por el lomo toscamente; pero es su forma de demostrarle cuánto la quiere.
-¡Ven a la cocina, ociosa!-La mujer pequeña llama a la niña que refunfuña y va hasta la cocina arrastrando los pies.
-¿Qué quieres, abuela?-l e dice con el ceño fruncido.
-¡Ayúdame!, no haces nada, ¡inútil!, no sabes cocinar, no sabes hacer nada, ¡tu marido te va a pegar!.
-Yo no me voy a dejar-responde la niña frunciendo más el ceño.
-¡Cállate y haz algo!
Cuántos mensajes negativos encierran las frases dichas sin pensar en el alcance que tienen. Cuántos  adultos les hablan a los niños con palabras duras y frases afirmativas negativas que no edifican su carácter. Llaman a los niños inútiles, tontos, vagos y otras cosas; pero pretenden que sean útiles, listos, inteligentes, trabajadores y luchadores… ¿Por qué no empezamos a ser coherentes y usamos las palabras apropiadas?
Yo apuesto por un cambio positivo, un cambio que provenga desde dentro de nosotros mismos, sólo así conseguiremos inspirar a los niños…en general a todos.

lunes, 18 de abril de 2016

Deseos...

Ojalá mirar al techo solucionara las cosas o permanecer en la penumbra retrocediera el tiempo.
Mira al techo en la oscuridad de su habitación, apenas puede pensar con claridad porque son demasiados pensamientos los que se aglutinan en su mente.
El test de orina ha dado positivo. Sabía que lo haría, lo supo desde que sintió ese mareo extraño mientras trabajaba. No quería tener hijos. No quería a ese hombre. No sabía qué era peor, si no desear a ese ser que venía en el pack del "descuido por placer", o que ese ser fuera fruto de un momento tan carente de sentido. No concebía la idea de tener un hijo sólo por tenerlo. Hablaban maravillas de los hijos; pero ella se había imaginado ser madre en un contexto diferente. Él le había dejado claro que no quería tener ese bebé y; aunque ella sabía que era posible ser madre soltera y que no era nada nuevo, tenía que decidir qué hacer y le resultaban dolorosas ambas opciones.
Las lágrimas empezaban a asomar; pero no las dejaba salir. No llorar era un modo de castigarse, castigarse por no haberse controlado a tiempo. Por estar con un hombre que no la quería y a quien no quería. Llorar era de débiles y ella quería sentirse fuerte. Necesitaba sentir que podía controlar algo; aunque fuera su llanto.
Una historia repetida. Cuántas niñas, jóvenes, mujeres adultas han pasado por esto.
La pregunta es ¿por qué con tanta tecnología, con tantos nuevos conocimientos, con tantas innovaciones, con tanta cultura siguen habiendo este tipo de problemas?
Yo creo que una de las grandes causas es que no se gestionan como se debieran las emociones y allí radica el éxito o el fracaso de nuestras decisiones. Podríamos evitarnos tantos dolores si consiguiéramos que nuestras emociones trabajaran para nosotros y no fuéramos nosotros presas o esclavos de ellas.
Ahí lo  dejo, la inteligencia emocional es algo que se puede mejorar con ejercicios también.

jueves, 14 de abril de 2016

La mujer pequeña



La mujer pequeña tenía el don del servicio y se sentía satisfecha ayudando a los demás. Todos en el pueblo la conocían. Todos habían recibido en algún momento algo de ella. Unas palabras de aliento, un masaje curativo, un plato de comida, un poco de agua, esperanza, bondad, llamadas de atención, consejos, compañía, consuelo, miradas de compasión, fuerza para seguir. La mujer pequeña ayudaba a todos sin esperar nada a cambio. Y nadie le daba nada más que las gracias. Pero ella;  aunque no desbordaba felicidad, aparentaba serenidad. Era una serenidad extraña, puesto que siempre tenía el ceño fruncido. Sin embargo en el pueblo nadie la tomaba como una mujer severa o dura. Su ceño fruncido revelaba algo que sus palabras nunca revelaron del todo a la gente que ayudaba. Sufría por un recuerdo. Se fustigaba por algo que había ocurrido años atrás. Algo de lo que ella no había sido responsable. Sufría por un hombre que la había engañado, sufría por haber abandonado a ese hombre. La niña conocía la historia,  se la había contado muchas veces. Y siempre que veía a un forajido y le ofrecía un plato de comida, le decía a la niña, podría ser tu abuelo, pobre, dónde andará; podría ser tu tío, que gracias a Dios no está en esa condición,  ese hombre es hijo de alguien, hermano de alguien.
La mujer pequeña se pasaba la vida pensando en los demás.
La niña procesaba la información como bien podía,esto es, hay que ayudar a los demás.
Y así creció la niña intentando siempre ayudar a los demás, sin preguntarse si en todos los casos las ayudas son beneficiosas o si todas las personas quieren ser ayudadas. Pero la vida se encargaría de enseñarle a moderar la ayuda desmedida que iba ofreciendo por el camino, porque no todas las ayudas que se ofrecen son beneficiosas, ni todas las personas quieren ser ayudadas.

miércoles, 13 de abril de 2016

RESILIENCIA.

Me siento en un rincón. No puedo fingir todo el día. Nadie sabe lo que pasa por mi mente. Una parte de mí quiere estar viva; pero las noventa y nueve restantes quieren morir. Huyo de mis compañeros de trabajo, necesito ser yo misma unos minutos y dejar de reír y hacer bromas para que sigan sin saber qué se esconde en mi interior. Me siento en un rincón del baño, exhalo y respiro profundo y las lágrimas salen a mares, aún allí tengo que callar, llorar en silencio. No consigo perdonarme, la culpa ha sido mía, sólo mía. ¿Por qué no puedo ser diferente? Tengo treinta y un años y mi vida es un despropósito. Sufro, me duele; pero no quiero a nadie a mi lado. No quiero que nadie sienta lástima por mí, no quiero que nadie me diga lo que debo o no debo hacer, no quiero que nadie me juzgue. Cuando ya no esté dará igual lo que digan porque no me enteraré; pero ahora no. Sin embargo cuánto daría por encontrarme con alguien que me entienda en silencio, sin sentir lástima; aunque sí empatía; alguien que me aprecie y me diga lo que debo hacer; pero sin imponérmelo. Estoy rodeada de gente; pero me siento excesivamente sola, sólo porque no me siento comprendida.
Fueron días difíciles. Pasé por un período de depresión. Hoy cuando miro atrás me doy cuenta de que esos momentos tan difíciles también contribuyeron a mi crecimiento. Todo pasa. A veces la vida aprieta, a veces nuestro cerebro aprieta y no nos deja ver las cosas como realmente son, por eso cuando veo a alguien que pasa por una situación como la que pasé yo, tengo deseos de decirle: ¡Aguanta! ¡aguanta! ¡esto también pasará! pasará y será tú en tu versión mejorada, porque las pruebas nos pulen, nos hacen más fuertes y más bonitos.
Os dejo un vídeo sobre la resiliencia. Esa capacidad de sobreponernos a las situaciones adversas.
Buen día!

martes, 12 de abril de 2016

INTELIGENCIA EMOCIONAL, qué es y cómo utilizarla.

Aquí os dejo otro video para aprender un poco sobre inteligencia emocional, esa inteligencia de la que no nos hablan cuando somos pequeños. Sigamos aprendiendo!

domingo, 10 de abril de 2016

Lo que puede hacer tu lenguaje corporal.

Es insoportable.
No entiendo por qué no es capaz de quererme. ¿Dónde está mi fallo?. ¿Por qué no soy perfecta para él?
Esos pensamientos me aturdían porque yo deseaba ser querida por ese chico que era lo más parecido al hombre perfecto para mí. No un hombre perfecto de verdad, esos no existen; sino el hombre que mejor se amoldaba mí.
Me costó lágrimas, un largo trabajo de introspección que incluyó el toparme con recuerdos de mi infancia nada agradables, tiempo invertido en pensar en mis conceptos respecto a la vida, respecto a mis creencias respecto a una pareja y respecto a mis necesidades no cubiertas en su momento.
Una mañana después de una noche triste pensando en él me levanté y me miré al espejo y vi lo siguiente:
Una morena de rasgos latinos, de pelos alborotados con el ceño fruncido; y aunque no estaba enfadada, me di cuenta de que esa línea de expresión no me gustaba puesto que me hacía algo distante para los demás. Pensé en él, y por un instante se me ocurrió que no me quería por eso. Me miré y empecé a gesticular enfado, alegría, sorpresa, rabia, y muchas otras emociones que se me ocurrían, quería ver cómo se me veía, cómo podían verme los demás. Me di cuenta de que había adquirido gestos que no me gustaban de mi madre y el ceño fruncido era un gesto de mi abuela que en paz descansa. Entonces me pregunté, si mis gestos son una copia de los gestos de mi madre, mi abuela, o de aquellas personas a las que admiré en mi infancia, ¿lo será también mi postura? y comencé a observarme y sí, en definitiva tenía muchas cosas de mis figuras protectoras. No ha sido un proceso corto; pero partiendo de allí he venido trabajando mi lenguaje corporal a lo largo de muchos años. Seguro que siempre quedarán en mí pequeñas palabras gestuales que no son mías; pero dentro de lo que he podido, desde que fui consciente de ello, he intentado ser yo de la mejor manera. ¿Y el chico de la historia?, buah! en cuanto mi mente empezó a preocuparse por cómo crecer como persona, el chico de la historia pasó a un segundo plano. Hoy tenemos una relación cercana de mucha confianza, y aunque no somos pareja, me alegra haberme dado cuenta de lo relevante.
El siguiente enlace habla del lenguaje corporal. Lo encontré en youtube y me acordé de mi proceso.

Amy Cuddy. El lenguaje corporal moldea nuestra identidad.

El poder de la vulnerabilidad por Brene Brown.

Os dejo este vídeo de youtube.
Brene Brown es licenciada en filosofía y trabajo social. Investiga en la facultad de trabajo social en la Universidad de Houston.
Todo lo que contribuya a nuestro crecimiento personal es digno de ser oído.

El poder de la vulnerabilidad

Es posible ser tu mejor versión

"CADA SER ES UNA ESENCIA DISTINTA".

Espero que a través de este blog, alguien pueda vivir unos instantes de introspección conmigo.

"Eres único/a, un reflejo de Dios en este mundo, comparte todo lo que tengas, recibirás con creces; ama, no dejes de amar; aunque sientas que no te aman; vive intensamente, crece libre, siente paz; la vida es hermosa aun con sus perplejidades.

Tampoco olvides: En cualquier situación siempre serás importante para alguien".



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