Llevas unos botines muy prácticos, unos vaqueros ajustados
que permiten ver que estás muy bien tonificada. Y es que te gusta que lo sepan. Sí, eres casi una profesional, me dices; ríes mientras lo comentas, no quieres
que piense que eres vanidosa; pero se percibe cierta satisfacción en ese tono
que utilizas y en tu mirada, estás orgullosa de tu nivel; aunque quieres más y
hay algo que te frustra en ese momento. No puedo percibirlo todo. No leo la
mente, sólo te observo. Tu bolso también dice mucho de ti. Te gusta ir cómoda
en general.
Cariñosa, y demandante sutil de cariño y atención. Lo supe cuando levantaste los brazos para saludar a tu amigo y con qué efusividad le
diste un par de besos. ¿Qué puede
encerrar un saludo así?. Aprecio, respeto, confianza, gratitud; quizá más, o no.
Te consideras “pobre” en ese momento. Sí, es lo que tiene
llegar a fin de mes. Pero intentas no pensar. Ya piensas demasiado.
Así, rápida, ha sido un verte y no verte. Te vas, te
despides antes. Me dejas una sensación triste. Percibo una gran necesidad en
ti. Y me quedo pensando en qué podría ofrecerle yo a una casi desconocida para
incrementar su alegría. Y se me ocurre algo. Pero no será posible. Sin embargo,
a la vuelta de la esquina la vida te estará esperando con una gran sorpresa,
algo que necesitas más que los geles o la bici, el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario